Candil de la calle, oscuridad de la casa
Una sonrisa amable, sincera y empática, un gesto genuino de servicio, compromiso y solidaridad, una disposición adecuada, espontánea y oportuna, aunado al amor y respeto al prójimo, son las cualidades que caracterizan y garantizan una sana, equilibrada y justa convivencia. En apariencia la teoría es fácil, llana y simple.
En fácil, llana y simple, se resume el secreto de la sana convivencia, mas, ¿Qué tan fácil se torna cumplir lo anterior entre miembros de una misma familia? Sin embargo, en ocasiones pareciera ser que merece más respeto, tolerancia y empatía un desconocido, que un padre, una madre, una esposa, un abuelo o un hermano.
¿Qué tan llana puede ser la comunicación dentro del seno familiar? Si los espacios para el diálogo son usurpados por el padre y la madre en el trabajo, una pantalla en cada dormitorio, el celular al lado de la cena, los hijos en manos de cuidadores, de tal manera que el diálogo se practica en la calle, con personas ajenas a la familia.
¿Qué tan simple puede ser aprender a convivir con los semejantes? Si en muchos hogares que supuestamente deberían ser, “las cunas del más rico humanismo”, la convivencia es difícil, empinada y compleja, lo opuesto a la buena convivencia, la imagen de la verdadera familia y sus valores lamentablemente está en cuidados intensivos.
En refranes atinados la sabiduría popular hace mención, a grandes verdades que, resumen en pocas palabras el adecuado comportamiento de la sociedad, como, por ejemplo; “la caridad empieza por casa”; sin embargo, la tendencia casi generalizada en la sociedad actual es la de; “candil de la calle, oscuridad de la casa”.
“La familia es la cuna del más rico humanismo”, este bello y profundo pensamiento debe hacer reflexionar a la humanidad en que, el amor al prójimo, la fe en Dios, la sana convivencia, los valores y el respeto a los mayores, se aprenden en el hogar. La familia célula del tejido social necesita de familias funcionales, sanas y solidarias.
“La caridad empieza por casa”, ¿Se aplica este refrán en la seguridad social, en la visión comercial y política?, ¿Existen tratos preferenciales? o ¿Será que se puede afirmar?, “candil de la calle, oscuridad de la casa”, como sucede con algunos productos hechos en el país y vendidos en el extranjero más baratos que en Costa Rica.
La sana convivencia, justicia social, paz y las oportunidades reales para toda la sociedad requieren de un trabajo conjunto ,que involucre a todos los integrantes de los diferentes estratos sociales, y los valores honestos aprendidos en la familia, que serán los pilares fundamentales para el cambio que necesita Costa Rica.
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