Coherencia entre el decir y el hacer
Fuimos creados para crecer y divulgar el bien, la justicia, el amor, la paz y tantas cosas más, como también la coherencia entre el decir y el hacer que, junto con los principios, valores e ideas, le dan soporte a la convivencia, tanto familiar como social. Mentiras que, como algunos creen, fuimos lanzados a la vida sin ningún propósito. Todos tenemos un Creador que no nos deja solos. Nunca estamos solos; y este Creador desea enriquecer, con su inspiración, nuestro quehacer diario; vale decir, el trabajo, sea en la casa o el campo, el taller, la fábrica la academia, en la oficina, donde sea.
Protejamos con fuerza el regalo-tesoro de la vida, lo mismo que la explotación racional del planeta, como nunca antes en peligro de desaparición por causa de la sed insaciable del consumismo, dispuesto a hacer del mundo el reino del negocio y no un medio de justicia, desarrollo y paz. Algunos hasta quieren convertir la vida humana en un añadido más del negocio. Paremos este descamino. De nada sirve omitir aquellos principios, valores e ideas mencionados, que le imprimen un mayor sentido a la vida.
Como decíamos, no fuimos lanzados al mundo sin un mayor sentido. Si así fuera, cada persona, por rebeldía, se impondría el deber de no vivir, o se convertiría en un sociópata o enemigo de la sociedad, o sería como un vegetal u optaría por suicidarse.
Al contrario, la vida se nos ha dado para llenarla de un mayor sentido y para convertirla en algo más útil para los demás. Un refrán lo dice mejor: ayúdate, que yo te ayudaré. Quien no lucha no es feliz. Siempre será mejor comer el pan con el sudor de la frente. Ciertamente, debemos imprimirle un mayor sentido a la vida. Necesitamos estar siempre ocupados, ya sea leyendo, oyendo música, conversando, escribiendo, pintando, rezando, tejiendo…
Explotar los dones recibidos es la mejor forma de vivir en paz. Y quizás de lo pequeño pasemos a lo grande. Puede ser que de esas posibilidades escondidas, ocultas, brote algo inesperado. Nadie olvide que todo lo grande nace pequeño, como los niños.
El costarricense, en general, tiende a omitir, en su conducta, aquellos principios, ideas y valores que son el soporte de la coherencia entre el vivir y el hacer. O sea, que lo que se dice es lo que se hace, y al revés, que lo que se hace es lo que se dice. Tal coherencia llamada por un autor unidad de vida, es una forma de disfrutar de una convivencia asentada en la seguridad y la paz, tanto en la familia como en la sociedad civil, en la vida política, en los negocios, en todo.
Coherencia entre el decir y el hacer es verdad y responsabilidad de conducta y en los hechos.
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