¿Cómo influyen esos “yo soy”?
Con mucha frecuencia utilizamos en nuestros conversaciones la famosa frase “yo soy”, seguido de calificativos positivos cuando la autoestima es buena como parte de personalidades con paz y bien.
Sin embargo, cuando la intensión es hablarnos feo y autocalificar con aboslutos como; yo soy…feo, malo, tonto, demasiado tímido, gorda, necio, aburrido, salitario, nervioso, poco cariñoso, difícil o similares.
O bien simplemente decir “diay, así soy yo”, “soy de mal carácter y ya, así soy y ya”, son expresiones que van desmotivando y deprimiendo a la persona con el paso del tiempo.
Significa que la persona se queda traumada sin deseos de hacer mejor las cosas. Por ejemplo; decir yo soy malo para las matemáticas, la gramática, literatura idiomas, etcétera; esto garantiza un mínimo esfuerzo por cambiar. El “yo soy” académico sirve para evitar trabajo duro como estudiar más la materia que tanto cuesta. Mantener la etiqueta de la incapacidad ante sí mismo tiene implícito una disculpa a la medida para no cambiar.
Otro caso es que al decir yo soy poco atractiva, fea y tonta, es decir aspectos fisiológicos, esto sirve para evitar correr riesgos de intimar en una relación de pareja, y justificar la pobre imagen que se tiene de sí, y la falta de amor que se ha elegido como forma de vida.
Aferrarse al pasado con los “yo soy”, perpetúan el comportamiento incómodo. Por eso cualquiera que haya sido el motivo del miedo para pensar así, siempre se puede cambiar.
Para eliminar esas conductas se puede sustituir el “yo soy” por “hasta ahora había escogido ser así”, o “yo solía clasificarme así. Además anunciarle a los seres queridos que les ayuden a seguir eliminando esa antigua formas de hablar y sentir.
Luego empezar a ponerse metas de comportamiento positivo dejando con valentía el pasado renovar fuerza por hacer de sí su mejor versión para la vida.
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