Comunicado de la Cámara Nacional de Radiodifusión: ¡Despacio y con buena letra!
Nuestra Nación no es obra de la casualidad, de la improvisación ni de las ocurrencias de diablos que repartiendo escapularios logran concretar ocultos, torcidos o egoístas propósitos, como ocurrió y continúa ocurriendo en tantos otros países.
Costa Rica, desde su nacimiento, se atrevió a ser y a pensar distinto, y lo hizo, si se quiere porque fue capaz de reconocer sus limitaciones y las debilidades de su entorno. La necesidad nos hizo comprender pronto, que la educación era el andamiaje en que debíamos invertir para poder construir una institucionalidad sólida y democrática, desde la cual pudiésemos procurar el mayor bienestar posible a los habitantes.
Fueron capaces nuestros abuelos y padres, de entender que solo garantizando los más amplios espacios de libertad, podíamos ser capaces de construir el país del que por tanto tiempo nos hemos sentido orgullosos. Así lo hicieron!, y los que ahora estamos, simplemente no tenemos el derecho de heredar menos de lo que recibimos a las generaciones por venir.
Nuestra libertad, únicamente está sujeta y limitada por la ley, ante ella todos somos iguales porque la misión de aquella, no es otra más, y nada menos!, que la de garantizarnos la seguridad de la vigencia de esas libertades.
Solo con la ley y el cumpliendo con nuestras de las obligaciones, podemos asegurarnos la defensa efectiva de los valores que nutrieron el nacimiento de nuestra Nación; la vigencia de las garantías y el ejercicio de nuestros derechos.
No es por ello la ley cuestión de soplar y hacer botellas, sino el fruto del meditado pensamiento; del debate y del ejercicio de un análisis serio, motivado y coherente por parte de los representantes populares que con poder delegado nos representan en la Asamblea Legislativa. La Ley, en su proceso de formación debe prever siempre, en todo caso y con meticulosidad, los escenarios probables y las consecuencias esperables de su acuerdo, tanto en el mediano como en el largo plazo.
La difícil coyuntura económica en que se colocó a nuestro país en los últimos años, exacerbada por los efectos del problema sanitario mundial, nos obligan a tomar medidas que no desearíamos tener que adoptar, pero muy especialmente en este predicado de fragilidad en el que nos encontramos, debemos tener el cuidado de no producir modificaciones legales a la ligera, porque de actuar así, muy probablemente luego nos arrepentiremos.
Es indudable que nuestro país requiere del auxilio del Fondo Monetario Internacional, y que una de las más importantes medidas para obtenerlo radica en los esfuerzos que se logren materializar para corregir los graves problemas estructurales de la conformación de nuestro gasto público.
Bien hizo por ello el Gobierno en poner sobre el tapete de la discusión pública y legislativa un proyecto de ley en materia de Empleo Público. Mal hizo, sin embargo, en no hacerlo bien tres veces. No se vale que una propuesta que afectará derechos e intereses subjetivos, se presente como un remedio fiscal a medias, y un eximente de responsabilidad por lo hecho.
Una Ley de Empleo Público no es una simple solicitud de crédito, que como paraguas chocho ayude nada más a mojarnos menos debajo del chaparrón. No se vale!, porque eso no es más que ganar tiempo para pasarle a otros la tarea de enfrentar el problema, y el remedio, no se debe postergar más.
Preocupa tanto la solidez técnica del proyecto que se discute, como los efectos reales que tendrá, pues los postulados de sus dos primeros artículos se desvanecen y hasta contradicen a lo largo del texto que se pretende aprobar. Es por ello dudoso, cualquier óptimo de Pareto deseado, y más aún, en los mejores escenarios, la sostenibilidad del esfuerzo que se realiza.
Estamos plenamente conscientes de la realidad económica en que nos encontramos, y de la fragilidad social creada como consecuencia de la irresponsabilidad en el manejo de las finanzas públicas. Por lo anterior, y porque los defectos de una normativa no meditada, siempre sirven para que el mejor espíritu legislativo sea burlado o torcido, es que respetuosamente instamos a las señoras y señores diputados, a repensar el texto que actualmente discuten y que ya hace aguas.
La empresa privada y los habitantes de este país urgimos medidas para que se reactive una economía llevada a punto de auxilio, y no es con mayores o nuevos impuestos que aquello podrá lograrse, menos aún si proyectos de ley como el de Empleo Público, se le imponen a los legisladores como condición ineludible para hacer lo que es sabido y corresponde hacer desde el Gobierno, pero no lo hace.
Escribir la ley, tanto como escribir el nombre de nuestra nación: Costa Rica!, requiere hacerlo despacio y con buena letra! En líneas rectas y sin torceduras!
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