Confieso mi pecado

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Confieso mi pecado
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Sí, ¡Claro que yo tenía una guitarra en el Congreso!  Casi siempre he tenido una guitarra en mi trabajo; la uso en las horas de meditación, almuerzo, reuniones tardías, celebrar cumpleaños y otras ocasiones festivas.  Me ayuda a hacer amigos y a pensar.

En la mala hora de una noche en que el presidente González -enfadado porque no le salía la maniobra para nombrar Contralor-, decretó un receso “reservándose levantarlo cuando quisiera”, no pude resistir la invitación de las compañeras diputadas para pasar el rato con un poco de música.  Era tarde en la noche y estábamos como semisecuestrados, haciendo nada, por la decisión del presidente legislativo. No podíamos abandonar el plenario. Algunos periodistas aprovecharon para chotear, como si estuviésemos haciendo algo malo. 

El escándalo pringó al desatinado presidente, le salió el tiro por la culata.  Amenazó a los conserjes con consecuencias si mi guitarra volvía a entrar al salón del plenario.  El resto de las veces, mi guitarra sirvió para cantar con el coro de la Cooperativa de la Asamblea, algunas misas, posadas, rosarios, cumpleaños y alguna celebración parlamentaria. En privado en mi oficina, con mi compañera fiel. 

Confieso además que usé la ironía, el chiste, el sarcasmo, el cinismo y el doble sentido -no siempre entendidos- en la defensa de mis causas.  También me confieso juguetón y cada vez que había necesidad, aparecía con mi hijo menor en la alineación de la selección de diputados para partidos de “exhibición” y entretenimiento contra periodistas y diplomáticos. 

Pero … si alguien se tomó con intensidad su trabajo parlamentario fui yo.  Suena feo decirlo pero nadie asistió a más sesiones, nadie hizo más uso de la palabra, nadie presentó más mociones y pocos realizaron las giras y pesquisas que hice -nunca en vehículo de la asamblea-.  Pocos se tomaron tan en serio el debate y la discusión parlamentaria.   

Creo que la labor de control político de la Asamblea Legislativa es esencial y muchos quieren hacerla de lado.  La Constituyente dibujó un especial sistema de control semiparlamentario que rige en nuestro Ordenamiento.  Por ello los ministros son objeto de interpelación legislativa.  En combinación con las responsabilidades del Poder Ejecutivo y el Consejo de Gobierno es parte de un envidiable sistema de control.

Por ello resulta revelador que la izquierda ideológica, erótica, abortista y atea haya sido sorprendida en su ludopatía, mientras el Congreso intentaba hacer control político del asunto que ha provocado más intervención en la vida de los costarricenses por parte del actual Ejecutivo. Los retrató de cuerpo entero, juntitos y jugando, mientras otros intentaban trabajar.  Se prestó a minimizar la crítica y el control parlamentarios. Se desvió la atención. Algunos hablan de que devuelvan la dieta o sancionarles el incumplimiento de deberes.  Yo creo que basta con hacerles un cobro político, pues es indiscutible que se burlan de todos los costarricenses. 

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