¿Cuándo el ICE perdió el norte?
La Costa Rica próspera, generadora de oportunidades y con un modelo claro de desarrollo nos enorgullece a todos. Un ejemplo de esa nación de oportunidades y buenas ideas nació en los años 40, cuando con una profunda visión a futuro se creó el Instituto Costarricense de Electricidad (ICE).
El modelo fue claro: generar electricidad a base de recursos renovables y a muy buen precio para llevarla a todos los rincones del país. Un modelo similar se dio con las telecomunicaciones en donde la prioridad fue hacerlo accesible a la mayoría de la población.
Una vez superada esa etapa de crecimiento e impulso de una compañía enorme para los costarricenses, me pregunto ¿cuándo perdimos el norte? ¿En qué momento se renunció a ser generadores de desarrollo económico y social con un servicio ejemplo para el mundo?
Hoy observamos que mientras el país lucha por ser más competitivo, incrementar la producción y el empleo; el ICE pretende un aumento tarifario mayor al 20% en distribución para todos los usuarios de electricidad. Esa no fue la visión que se tuvo cuando la institución se creó, tampoco se ajusta a la situación actual en donde se proyecta una inflación menor al 3% en los próximos 2 años, mientras que el organismo estatal impulsa un incremento más de 6 veces mayor.
El ICE no puede pretender trasladar sus ineficiencias y su crítica situación financiera a los usuarios. La situación de la institución es preocupante, solo este año los vencimientos de deuda alcanzan los $760 millones, según cifras de la propia entidad.
Además, desde el 2016, la institución arrastra resultados negativos y en el 2020 reportó una pérdida de ¢110.000 millones respecto al 2019, según cifras publicadas por el diario La Nación. Al golpe financiero también se le debe sumar el impacto por la pandemia, pues la caída de la demanda eléctrica durante el 2020 fue del 3%.
Todo ello sin duda golpea al ICE, pero la suma de malas decisiones y la falta de rumbo no puede, ni debe ser trasladada al usuario.
El ICE debe reencontrar su norte. Urge una restructuración del modelo de operación del sistema para lograr convenir una hoja de ruta que realmente nos lleve a un proceso de salud financiera, eficiencia y objetividad de la institución, centrada en el usuario y no en entidades ni otros intereses.
Hay que avanzar en el proyecto de generación distribuida y la exportación de energía a la región, esto se traducirá en mejores precios para los usuarios del sistema.
Hay plantas privadas, de energía barata y limpia, desconectadas de la red y que podrían estar entregando esa electricidad a muy bajos precios para beneficio del usuario final.
La institución debe reestructurarse y cambiar sus objetivos. Urge darle de nuevo norte al ICE para que cumpla con los objetivos para lo cual fue creado y se garantice así un servicio a buen precio para los costarricenses.
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