Darles vigencia a nuestras manifestaciones autóctonas

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Darles vigencia a nuestras manifestaciones autóctonas
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Cada 31 de octubre, en muchos lugares de Costa Rica, se celebra el Día Nacional de la Mascarada Tradicional Costarricense; sin duda, una fecha significativa en una época en la cual este mundo globalizado nos impone una variedad de valores externos para imitar y, por ende, de tanta carencia de sentido de identidad.

Pues educar para rescatar y hacer conciencia de nuestras tradiciones, como la de las mascaradas, es sinónimo de la protección y permanencia de esa práctica; pero, además, significa esforzarse porque esa cultura popular legada por nuestros antepasados siga latiendo en el alma de nuestra Patria y sea asimilada, especialmente, por las nuevas generaciones como parte intrínseca de la idiosincrasia costarricense.

Esto por el hecho de que aunque las manifestaciones culturales populares han sido las promotoras del proceso de formación de la identidad de los pueblos, injustamente se ha pensado en ellas como fenómenos ajenos a nuestra herencia social y desligadas de un arte “con mayores niveles de erudición o educación formal” que, bien o mal, se ha dado por llamar oficial; el cual ha tenido el agravante de entorpecer el conocimiento cultural popular al intentar hegemonizar las diferentes formas de creación de la cultura.

Por lo tanto, por nuestro progreso social y espiritual, necesitamos conocer, respaldar y darles vigencia a nuestras manifestaciones autóctonas existentes y honrar a quienes, con su empeño, la defensa de valores históricamente arraigados en la sociedad nacional y con el amor a su oficio, le han dado vigencia a este tipo de legados culturales populares.

Porque, definitivamente, hoy se hace una tarea imperiosa rescatar al país de esa pérdida de identidad cultural; valorar las creaciones de la cultura autóctona como la celebración, cada 31 de octubre, del Día Nacional de la Mascarada Tradicional Costarricense y promover, proyectar y apoyar los valores constitutivos de lo nacional popular.

Por ello, bien vale nuestro reconocimiento y agradecimiento para tantas mujeres y tantos hombres quienes, desde diversos lugares y, ¡muy a lo tico!, nos continúan regalando los llamativos bailes y corretizas de La Segua, La Llorona, El Diablito, La Calavera, La Giganta o El Gigante.

Gracias por ayudarnos, tan fervientemente, en esta tarea de redescubrir la autenticidad y vigencia de nuestra fecunda cultura popular. Gracias a estos artistas de la tradición porque, por medio de sus prácticas, nos ayudan a fortalecer los conceptos de identidad nacional e identidad cultural, los cuales son fundamentales para reconquistar el alma y la conciencia popular de nuestra Patria.

Por eso, no es de extrañar que Neruda les escribiera: “Son ustedes los que a mí me regalan la fuerza…, son ustedes, los artistas populares, los oscuros artistas, los que me dan la luz”.

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