Defender a Costa Rica de los nuevos filibusteros
Cada 11 de abril conmemoramos la Batalla de Rivas, ocurrida en 1856, la cual, dentro del marco de la Campaña Nacional, representa la gesta histórica del combate bélico entre el ejército costarricense y las fuerzas filibusteras. Fecha en la cual, además, se festeja de manera especial la heroicidad del alajuelense Juan Santamaría, quien, según la historia, fue el que quemó el Mesón de Guerra donde se encontraba el ejército enemigo y con lo cual logró que este huyera.
Ahora bien, más allá de las versiones que proponen a Juan Santamaría como un héroe y de otras que lo consideran un personaje ficticio, lo importante es resaltar la voluntad de parte de un pueblo que, al mando de don Juan Rafael Mora Porras, se propuso defender la soberanía centroamericana ante el ataque de los filibusteros y de un costarricense quien dio su vida para defender la Patria. Ya han pasado 168 años de tal acontecimiento, pero vale preguntarse si durante todo este tiempo no habrán surgido nuevos filibusteros y qué hemos hecho nosotros para defender a Costa Rica de tales enemigos.
Porque una buena manera de defender y dignificar la Patria es cuestionarnos qué significa realmente para nosotros ese lugar que, por una razón histórica, cultural, política o ideológica, nos genera un afecto y un vínculo y, además, es reflexionar de qué manera, con nuestras acciones, estamos logrando plasmar aportes positivos en beneficio de Costa Rica.
Tengamos en cuenta que cualquier caso de corrupción; la irresponsabilidad en las carreteras; la inseguridad ciudadana y la mediocridad en el servicio público o privado, ejemplifican acciones filibusteras a las que enérgicamente hay que combatir.
Si no se hace de nuestros trabajos, del estudio o de nuestros deberes, una fuente de inspiración y de compromiso por hacerlos de manera excelente; si la apatía, la intolerancia, el irrespeto, la mediocridad, el pensamiento negativo o la falta de conciencia y justicia persisten; si se habla, se juzga y nos quejamos mucho, pero no se actúa de manera propositiva, entonces, estamos frente a un filibusterismo que carcome la dignidad del país.
El no respetar a nuestros adultos mayores; el no actuar a favor de nuestra infancia y juventud para lograr que lleguen a ser ciudadanos de bien; el no cuidar de nuestra naturaleza o el no pensar en el bien de todos, especialmente de los más necesitados, es alimentar el filibusterismo de nuestra paz social.
A todas luces, conmemorar este 11 de abril resulta muy sencillo, pues no se trata de realizar hazañas enormes; sino que con pequeñas y positivas acciones, pero con mucha voluntad, pasión y responsabilidad, podemos hacer que nuestro país vuelva a la senda de ser un lugar de pacífica convivencia y de desarrollo social.
Los comentarios están cerrados.