Del decir al hacer

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Del decir al hacer
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Ha pasado el tema central de estas elecciones presidenciales y legislativas, cuyos asuntos principales han sido el empleo, la economía, la infraestructura y la seguridad pública. Expuestos y defendidos los programas partidarios, el Tribunal Supremo de Elecciones emitió sus claras medidas organizativas, y los ciudadanos, , acudieron a emitir su voto. Ahora los ciudadanos esperamos que todo el país, comenzando por el aparato estatal, pase del decir al hacer, tarea propia de la nación entera, tan mal acostumbrada al después…

Tanto el Estado como al resto del país han olvidado la coherencia entre el decir y el hacer: que lo que se dice es lo que se hace. Un autor, con justa razón, llama a esta coherencia unidad de vida, inherente a todo ser humano y típica de cualquier acción, sobre todo si prima la intención de que brille la verdad. Porque cuando esta no brilla, surge la posverdad,  aquella acción dominada por el engaño, la astucia y  la mentira. Por tanto, la coherencia ya no es coherencia entre el decir y el hacer. Es entonces cuando la acción sale mal y las personas y el país abren las compuertas de la corrupción.

Por el contrario, abramos las compuertas de la honradez y la tranquilidad de conciencia. Será el momento en que brille en el país el sol de la responsabilidad y se pueda pedir la rendición de cuentas a cualquiera. Así, le sobrevendrá al país un clima de relaciones con mayor tono humano, no de dudas e incertidumbres.

Otro tema, a todos claro, es la posposición de obras y el consiguiente desperdicio de recursos y de tiempo, como también el advenimiento de “nuevos” estudios y el nombramiento de comisiones y la elaboración de contratos a especialistas extranjeros. Estas negligencias, por llamarlas de algún modo, le cuestan al país millones de colones. Por tanto, pidámosles a los nuevos gobernantes y a los futuros diputados que pasen del decir al hacer.

Los costarricenses no estamos cansados de la democracia ni de los partidos políticos, menos de la libertad responsable, ni del Estado de Derecho, sino de las palabras vacías. Queremos hechos, no palabras, y una verdadera renovación democrática, sin codiciar privilegios de ninguna naturaleza.

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