Descubrimientos médicos
Varios importantes descubrimientos científicos se lograron mientras los autores de las ideas estaban dormidos, y estos son tres de ellos.
La tabla periódica fue, literalmente, el sueño de la vida de Dimitri Mendeléyev- El químico ruso estaba obsesionado con la idea de ordenar los elementos basados en sus propiedades químicas. Sin embargo, no lograba encontrar un patrón.
Todo eso cambió una tarde de febrero, en 1869, cuando el experto trabajaba arduamente en su proyecto y se quedó dormido en su escritorio.
En su diario escribió: «Vi en un sueño una tabla en la que todos los elementos encajaban en su lugar. Al despertar, inmediatamente anoté todo en una hoja de papel».
En 1936, el fisiólogo alemán Otto Loewi recibió el Premio Nobel de Medicina por sus contribuciones al conocimiento de la transmisión química de los impulsos nerviosos.
Pero quizás nunca hubiera recibido esa distinción ni sería conocido como el «padre de la neurociencia» si no fuera por sus sueños.
Ya a comienzos del siglo 20 Loewi había desarrollado la teoría de que las señales nerviosas posiblemente se transmitieran usando instrucciones químicas. Pero no encontraba cómo probar su idea. La solución le llegó como por arte de magia dos décadas más tarde, en 1920.
Tuvo un sueño en el que encontraba la manera de probar su teoría. El médico contó que se despertó en medio de la noche y anotó lo que había soñado.
Sin embargo, la mañana siguiente encontró, para su gran desilusión, que ¡no recordaba lo que había soñado ni tampoco entendía lo que había escrito!
Por suerte para él -y para el mundo de la ciencia- volvió a tener el mismo sueño la noche siguiente y esta vez sí logró recordarlo.
El experimento de Loewi consistió en unir dos corazones mediante un tubito. Luego estimuló con pulsos eléctricos uno de los corazones para observar el efecto en el otro.
Fue así que el fisiólogo descubrió que las células nerviosas liberan sustancias químicas (neurotransmisores) en los sitios en los que se unen con otras neuronas o músculos, lo que revolucionó la neurociencia.
Y el tercer descubrimiento científico conseguido gracias al sueño es este.
El suizo Louis Agassiz era considerado la mayor eminencia del mundo en el estudio de los peces, tanto vivos como extintos.
Un día, en 1840, mientras compilaba su voluminosa obra «Poissons Fossiles» -un listado de todos los peces fosilizados que fueron hallados- Agassiz encontró un espécimen en el interior de una piedra.
Trató en vano de entender la estructura del pez pero no tuvo éxito y no se animó a extraer al animal de la piedra, sin entender bien su forma, por temor a destruirlo.
Después de dos semanas de analizarlo infructuosamente, una noche tuvo un sueño en el que se le reveló la forma exacta del pez fosilizado.
Gracias a esto dibujó un mapa y así el paleontólogo pudo recortar la piedra en los lugares exactos para revelar al esquivo pez, que así pudo ingresar a su famoso libro y ser parte de la historia de la ciencia.
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