Doña Vina, Chepito, Sapo…no importa.

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Si de combatir la delincuencia se trata, todos debemos llevar un policía dentro, no en vano la criminalidad tiene a su peor enemigo en la denuncia oportuna y para eso existen mecanismos anónimos para evidenciar a los posibles delincuentes, es bien reconocido que la curiosidad de algunos al detectar movimientos sospechosos ha permitido darle golpes a los maleantes.



En Costa Rica se han acuñado palabras para calificar a los curiosos, “doña Vina”, el personaje radiofónico y televisivo de la legendaria Carmen Granados, el ser que sabía la vida y milagros de sus vecinos, ”Chepito”, el fisgón que anda hurgando por doquier y el “Sapo” o acusetas.
Es importante retornar a las redes comunales, ahora con costos sabemos quién vive al lado, recordar el adagio: “Quién es tu hermano? El vecino más cercano”. Activar los mecanismos de comunicación ante vehículos extraños que se parquean en los vecindarios o personas en actitud sospechosa, todos de una u otra manera olfateamos cuando algo no aparenta estar bien.
Es conveniente compartir números telefónicos e inclusive aprovechar herramientas tecnológicas como el Facebook o el Whatsup para sentirnos acuerpados los unos con los otros.
El colega periodista, Nicolás Aguilar, un avezado comunicador experto en temas de seguridad pública lo resume de esta manera cuando dice: “Se los pongo así, ustedes saben quiénes venden droga en el barrio, usted sabe quiénes roban…usted sabe…pero dígame, cuántas veces ha llamado para delatar o reportar a esos criminales a la línea gratuita y confidencial 1176 de la Policía de Control de Drogas (PCD).
Una rápida lectura del entorno y lo que acontece fuera de nuestras fronteras da señales inequívocas del recrudecimiento paulatino de la delincuencia, jóvenes que abandonan las aulas, oleadas de migrantes puestos puertas afuera en Estados Unidos y lo apetitoso que resulta un país con fronteras que son un verdadero colador, son un manjar para los vándalos.

Pensar en enfrentar a los delincuentes con sus propias armas es un error fatal, la violencia engendra violencia y ese nunca será el camino, la mente del criminal no se puede homologar con la de una persona de bien, como en todo lo bueno de la vida, la solidaridad es el mecanismo idóneo, cuatro ojos siempre verán más que dos, no importa que nos califiquen de vinas, chepitos o sapos, la palabra que corre es una buena alarma y si no merodean los delincuentes, al menos estrecharemos lazos con el vecino.

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