¿Dónde nos perdimos?
En algún punto de nuestra historia los costarricenses nos perdimos. Dejamos de vernos como hermanos que compartimos una misma casa y nos convertimos en una sociedad desarticulada e incapaz de enfrentar los grandes retos, y menos aún, de mirar al futuro juntos con esperanza.
Las escuelas y los colegios públicos, antiguos puntos de encuentro de nuestras clases sociales, dejaron de serlo para dar paso a la tendencia de lo ¨privado y lo público¨, tendencia que abarca ahora la educación, la salud y la seguridad.
Una cantidad considerable de los actores sociales y políticos han dejado de conversar entre ellos. Muchos dirigentes sociales se interesan básicamente en “llevar agua a sus molinos” y dentro de los partidos, algunos políticos están más interesados en satisfacer sus intereses particulares o partidistas, que los de la colectividad. Esa actitud impide la comunicación sincera y bien intencionada que es indispensable para las grandes transformaciones y la sana gobernabilidad.
Las tareas de visualizar nuestro futuro y dirimir nuestras diferencias como país, se las hemos delegado irresponsablemente, de manera exclusiva, a los diputados, al poder ejecutivo y en última instancia al poder judicial. Y cuando se llega ya a esas instancias, usualmente lo hacemos con posiciones radicales.
En la pasada huelga, dialogo de sordos, los más sacrificados han sido los estudiantes más necesitados de una excelente educación, los enfermos que no pueden pagar atención privada y nuestra maltratada economía. ¡Cuan poco nos vale la razón, cuando en nombre de nuestra verdad, le hacemos daño a quienes tenemos el sagrado deber de cuidar y proteger!
Por otra parte, veamos que cuando las circunstancias nos obligan, entonces sí podemos ponernos de acuerdo. Hoy tenemos un gobierno de Unidad Nacional donde dos líderes se ponen de acuerdo en aspectos políticos fundamentales en un tiempo muy corto, para hacerle frente a una segunda ronda electoral; y si bien no existió una concordancia en todo, sí se encontraron las convergencias necesarias para lograr acuerdos en temas básicos.
No podemos ser tan inútiles los ticos de no poder decidir que queremos como país en los temas como la educación, la salud, la construcción de infraestructura, el medio ambiente y la renovación y el repoblamiento urbano entre otros. Es indispensable volver a generar los espacios para que haya dialogo sincero, confianza y el aprecio necesario para llegar a entendimientos.
Hoy es un imperativo social, económico, pero sobre todo moral llegar y ejecutar esos acuerdos que se lograran con inteligencia y humildad. Con ello podemos salir de esta tormenta de injusticias económicas e incertidumbre donde nos han metido los egos de unos cuantos, o nuestra propia indiferencia.
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