El anonimato alimenta la campaña sucia
El próximo 4 de febrero el electorado tomará una decisión determinante para el futuro del país.
Es una fiesta cívica en la que a través del sagrado derecho del sufragio los ticos definirán quién conducirá los destinos de Costa Rica a partir del 8 de mayo entrante.
Aunque hay una alta probabilidad que el presidente se defina en una segunda ronda electoral, el domingo 1º de abril, Domingo de Resurrección, gran parte del camino se dibujaría en febrero.
Sin embargo, más allá de ponderar el sano ejercicio de discutir con ideas en esta contienda electoral para el bien de los costarricenses, algunos grupos políticos se han encargado de ensuciar la campaña con mentiras, difamaciones e insultos.
Lo peor es que se arropan en el anonimato para exponer ataques contra quienes van a la cabeza de la carrera electoral, de acuerdo con las últimas encuestas.
El ejercicio de desacreditar a los candidatos con insultos e infamias toma una mayor importancia porque quienes verdaderamente están detrás de un escritorio o de un teléfono celular y creen que se informan con la verdad a través de las redes sociales, más bien ignoran que son objeto de un engaño y esas publicaciones cargadas de falsedades los inducen a error.
Los electores tienen el derecho de informarse bien y con la verdad y lo mejor que pueden hacer es desconfiar del material que les comparten sus familiares, amigos y compañeros de trabajo y confirmar por cuenta propia si los hechos que les comparten son certeros.
El problema es que los perfiles falsos, las páginas falsas y el anonimato abundan en las redes y restan credibilidad a las informaciones que circulan por allí.
Cuando vaya a votar el próximo 4 de febrero y mientras esté en la urna recuerde dos cosas: llevar la cédula y la memoria.
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