El consumo colaborativo
El consumo colaborativo ha llegado a cambiar el mundo.
Aunque se nos enojen los taxistas, lo cierto es que las plataformas digitales en las que se ofrecen diversos servicios para satisfacer las necesidades de los consumidores han provocado que en muchos teléfonos inteligentes tengamos las apps de Glovo, Uber e Eats On, todas ellas empresas que nacieron al amparo de esta tendencia mundial.
De acuerdo con la revista Time, el consumo colaborativo es una de las diez grandes ideas que cambiarán el mundo. Por su parte, el columnista del New York Times, Thomas Friedman, considera que la economía colaborativa «crea nuevas formas de emprender y también un nuevo concepto de la propiedad»
Un ejemplo de esto es cuando una persona solicita los servicios de un vehículo de lujo, por medio de la plataforma de UBER, por un rato esta persona es la que dirige al chofer, es decir, de alguna forma, es dueña del carro por un rato, aunque no lo conduzca.
Pero Uber es solo un caso en el extenso mar de ejemplo de economía colaborativa. Lo huertos compartidos, las clases que ofrecen alumnos avanzados a otros estudiantes, el intercambio de prendas de vestir, libros y ce des y hasta préstamos entre personas físicas son parte de este concepto que no a todos les parece bien.
La principal queja de quienes se oponen a este modelo es en la parte regulatoria. Muchas de estas discusiones parten de un vacío legal en cuanto a contribuciones impositivas, es decir, si deben o no pagar impuestos, pero también en cobertura de seguros y responsabilidad legal.
Un ejemplo de esto es este: ¿deberían los cuartos de alquiler de una casa, por ejemplo, quienes reciben estudiantes de intercambio, estar sujetos a impuestos como si fueran un hotel?
Sin lugar a dudas un tema bastante álgido. Pero sigamos esta discusión en la página de Facebook Panorama Cámara Nacional de Radiodifusión.
Los comentarios están cerrados.