El futuro de Costa Rica en perspectiva: Un llamado a una convergencia nacional
La Costa Rica del futuro requiere hoy, de la atención y acción decidida de todos los actores y sectores que conforman el conglomerado de nuestro país: Gobierno central, gobiernos locales, sociedad civil, sector educativo, organizaciones sociales y religiosas, sector productivo, medios de comunicación, sector salud, grupos ambientalistas; todos con plena capacidad para actuar de manera integrada en el abordaje y los desafíos del país.
En ese escenario, surgen dos preguntas cruciales: ¿Qué papel están jugando actualmente esos actores y grupos frente a los desafíos que enfrenta nuestro país a futuro? ¿Quién o quiénes deben convocar a ese gran diálogo nacional?
Las experiencias del pasado nos demuestran que los costarricenses han sabido tener los puentes entre los diferentes grupos y las expectativas de un mejor futuro. Esto ha sido fundamentales para consolidar nuestra democracia. Sin embargo, la duda es, si estos acuerdos están realmente materializándose de manera efectiva hoy. La respuesta varía y los ejemplos nos dejan un sabor agridulce de esfuerzos fragmentados y falta de cohesión.
En cuanto a los esfuerzos intersectoriales, es notable ver iniciativas de cooperación entre gobiernos locales y la sociedad civil, para resolver problemas inmediatos. No obstante, la magnitud de los desafíos, en lo inmediato, exige una mayor coordinación y una visión compartida que trascienda las barreras burocráticas, los intereses particulares y sectoriales, para la búsqueda de soluciones convergentes y sostenibles a largo plazo.
Uno de los puntos más críticos es la sostenibilidad financiera de nuestras finanzas públicas. Es evidente que los recursos actuales no han sido suficientes para mantener el nivel de gasto actual del Estado, especialmente en el ámbito de la seguridad social. Esto nos lleva a preguntarnos ¿Si los recursos que los ciudadanos entregamos como tributos y cargas sociales, están siendo administrados eficiente y eficazmente?
La informalidad laboral es otro de los grandes desafíos. Sin un proceso transitorio adecuado, que permita la regularización de estas actividades, el problema seguirá creciendo, afectando tanto la recaudación fiscal como la estabilidad laboral de miles de costarricenses.
Resolver los problemas energéticos y de alta tecnología también deben ser una prioridad. La falta de carreteras y la obsolescencia tecnológica son barreras que debemos superar si queremos competir en un mundo globalizado.
La pregunta que debemos hacernos es: ¿Qué queremos de la Costa Rica del futuro? ¿Cuál es el modelo de país que soñamos para las próximas generaciones?
Es imperativo que los líderes de todos los ámbitos, se sienten a dialogar y diseñen un país a largo plazo. ¿Cuánto tiempo más debemos esperar para que esto ocurra? La inacción no es una opción viable. No podemos esperar a que el agua nos llegue al cuello para darnos cuenta de que estamos a punto de sucumbir. Es hora de dejar de mirar con la lupa del color político y empezar a mirar con la visión de un futuro común.
La Costa Rica que soñamos para el 2050, no es un ideal inalcanzable, sino un objetivo posible. El tiempo de actuar es ahora, y la responsabilidad de lograrlo recae en todos nosotros.
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