El Gobierno Digital
La Secretaría de Gobierno Digital ha sido una especie de pieza suelta en la Administración Pública. Nació en la Casa Presidencial, luego la trasladaron al ICE, después al Ministerio de Ciencia y Tecnología, y finalmente desembarcó en Radiográfica Costarricense.
Parece mentira que a estas alturas del siglo XXI algo tan importante tenga que andar de la ceca a la meca, como moro sin señor. La digitalización de trámites y procesos tiene una importancia central, decisiva para el desarrollo del país. Hoy ninguna economía se puede preciar de ser eficiente si no aplica al máximo las tecnologías digitales. Incluso hay países, como Estonia, que han hecho de ellas el motor mismo de su desarrollo.
En Costa Rica hemos logrado algunos avances en banca digital, en trámites de cédulas y pasaportes, y más recientemente en facturación electrónica. Crear un sistema digital integrado de compras públicas ha sido una ordalía con avances y retrocesos, en parte por la resistencia de la burocracia. El expediente médico digital está todavía en una fase incipiente. A nuestro sector público le cuesta mucho avanzar por los caminos de la modernidad.
El tema surge por el incómodo incidente que se presentó en Radiográfica Costarricense, cuyo gerente se permitió degradar nada menos que a la persona que más ha hecho en el país por impulsar el gobierno digital: la señora Alicia Avendaño. En una carta de redacción algo rocambolesca, el señor gerente enumera una serie de acciones que la señora Avendaño ha realizado de manera autónoma, sin coordinarlas con él o con los demás directores de la empresa. También transmite las quejas de algunos jerarcas públicos por la forma en que se ha atendido sus gestiones. Pero lo que más parece haberle molestado, es que la señora Avendaño atendiera una invitación del Presidente de la República para hablar del tema, sin comentárselo antes a él. No deja de tener en esto un punto de razón. Lo normal es que un funcionario que es convocado a Casa Presidencial informe de ello a su jefe.
Doña Alicia habría hecho bien en informar al gerente de la invitación de que fue objeto. No lo hizo, posiblemente porque entiende que las instituciones donde le colocan su escritorio son más que nada sedes físicas y administrativas, en muchos casos, como hemos visto, de carácter temporal. Ella está acostumbrada a cargar a sus espaldas, como un caracol, el programa de gobierno digital de Costa Rica.
Según parece doña Alicia tiende a moverse por cuenta propia, quizá sin coordinar lo suficiente con las autoridades de la institución que la alberga. Allí hay algo que corregir, y eso le corresponde al jerarca. Lo normal sería que este la convoque a una reunión, establezca los mecanismos de coordinación que considere necesarios, e incluso, si estos se incumplen, proceda con un llamado de atención formal o una amonestación.
Sin embargo, las sanciones de que fue objeto la señora Avendaño son totalmente desproporcionadas. Se le degrada a una categoría inferior, se rebaja su salario y prácticamente se le corta las alas para desempeñar su importantísima misión. Eso es inaceptable desde todo punto de vista.
La coyuntura debería servir para que el Gobierno le ponga una solución definitiva a la ubicación institucional de la secretaría de Gobierno Digital. Una ubicación en la que tenga realmente la autoridad necesaria para ejercer su acción en todo el sector público. Una posición institucional desde la cual ejerza realmente su función transformadora de la realidad nacional. Tal vez sea el momento de que Gobierno Digital regrese al lugar donde nació: la Casa Presidencial.
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