El propósito de cada día
Al despuntar el alba surge reflexionar y la conclusión que, un día sin propósito, es como una noche sin estrellas, sin luna, sin magia. Un día sin propósito, sería como un día sin Dios, o un día donde el sol no se asome, la cama se adhiere a la espalda y los ojos no ven la luz de la esperanza para un mejor porvenir.
Un día sin propósito, es como congelar el amor en el pasado, ausentándose para no vivir el presente, sin el amor en el presente lo bueno desaparece, la maldad tomará riendas del futuro de la humanidad. Si al amanecer haces una llamada a la ilusión, al entusiasmo, a las metas y en la noche a los dulces sueños, el día será perfecto.
Vivir de los recuerdos amargos, dolorosos y tristes, es perderse de vivir el presente, la vida un abrir y cerrar de ojos, tan fugas que, no vale la pena desperdiciar el valioso tiempo en un duelo sin fin. Sí, la vida es corta, sin embargo, hay tiempo para todo, principalmente para ser feliz y hacer felices a quienes amamos y nos rodean.
Aferrarse a los recuerdos angustiosos y revivir las lágrimas de dolor, no tiene sentido, porque por simple que parezca, absolutamente nadie valorará ese doble sufrimiento. Lo paradójico es que mientras se llora, la humanidad se ríe de la debilidad, ríe de los corazones que no sanan sus heridas en un tiempo prudencial.
Un día con propósito inicia cuando la persona se otorga el valor que merece, ese valor es la dignidad de creer merecer lo mejor. El valor personal no está supeditado a que otro individuo lo conceda, es un derecho inalienable de cada ser humano, sólo se debe tomar, hacer respetar, poner en práctica y respetar la dignidad ajena.
Un día con propósito es vivir con amor y pasión, junto a las personas que te aman y respetan, aunado al quehacer cotidiano, un día con propósito es dar y recibir amor, no desperdicie un valioso día en dar a quien no quiere recibir, con más razón, si no quiere dar con el mismo sentimiento noble con que das.
Mira con ilusión hacia el horizonte las oportunidades infinitas, atesore sólo aquellos bellos recuerdos que te edifican y alegran, no voltees a mirar el pasado, menos un pasado de dolor. Simplemente agradece esas experiencias tristes y duras que, hoy te dan fortaleza para construir un nuevo y mejor futuro, con la misión de ser feliz.
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