¡El respeto no envejece, «señor presidente»!

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¡El respeto no envejece, "señor presidente"!
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Cuando un presidente de la República, con la investidura que su cargo representa, cuando irónicamente se permite mofarse de un adulto mayor, no solo lo hiere a él y a quienes integran un grupo vulnerable de la población, sino que ofende los valores más profundos de una sociedad que se enorgullece de honrar a sus mayores. La frase «está en el ocaso de su vida» no se le dice a nadie, no solo es soez; sino que es cruel e insensible y, lo peor, refleja una falta de humanidad que preocupa en quien debería ser un «líder ejemplar», tal como, se expresa quien tenemos allá en Zapote.

Quien irrespeta a un adulto mayor, también los irrespeta a todos ellos, pero también  irrespeta la historia, a la sabiduría que han acumulado y a los sacrificios que han hecho para que hoy tengamos el país que tenemos. ¿Qué se dice de un presidente que menosprecia a quienes han cargado con las luchas de generaciones pasadas? ¿Qué mensaje envía a una nación cuando muestra tal desprecio hacia aquellos que merecen reconocimiento, gratitud y respeto?

Dudo profundamente que alguien capaz de expresar tales palabras haya aprendido en su hogar el verdadero valor de la familia, del respeto y del amor hacia los mayores. Y si lo aprendió, lo olvidó.

Costa Rica no necesita un presidente que hable desde la arrogancia, sino uno que actúe con empatía, que sepa que el poder no le da derecho a humillar ni a dividir. Porque el respeto no envejece, pero las palabras hirientes dejan cicatrices que ninguna disculpa política puede borrar.

Señor presidente, ser líder no es solo llevar una banda presidencial. Es tener la capacidad de unir, de inspirar, de cuidar y de respetar a cada ciudadano, sin importar su edad o condición. Ciertamente, su desafortunado decir dista mucho de poder ser aceptado, mucho menos imitado. Alguien dijo “gobernar es educar”.

Costa Rica merece más. Costa Rica exige más.

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