El voto: derecho sagrado

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El voto: derecho sagrado
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Costa Rica tiene la bendición de elegir libremente a sus gobernantes cada cuatro años, tanto en elecciones nacionales, en las que se designa presidente, vicepresidentes y diputados; y las elecciones municipales, en las cuales, para este 2024, se elegirán 6.212 cargos municipales distribuidos entre alcaldías, regidurías, sindicaturas, concejalías de distrito, intendencias y concejalías municipales de distrito, tanto propietarios como suplentes.

Como nación debemos sentirnos orgullosos y no permitir que voces de odio y malintencionadas o ideologías perversas nos hagan dudar de los cimientos sobre los cuales se funda nuestro país y que mucho ha costado para vivir en democracia. Protejamos lo que por derecho hemos ganado, porque de lo contrario estaríamos cediendo a otras formas de convivencia que no son propias de los valores democráticos y costarricenses.

Debemos ir a votar: ese es nuestro derecho sagrado. Pero también implica un deber y responsabilidad fundamental para nuestra vida. Cada voto es decirle a nuestro país que nos gusta vivir en democracia y que no queremos que ello cambie. Ciertamente, no hay modelo perfecto de convivencia y organización, pero en democracia los ciudadanos podemos participar y de manera pacífica velar por las transiciones políticas que implica cada cambio de gobierno, sea nacional o municipal. Otras naciones no tienen ni siquiera esa oportunidad.

Al mismo tiempo, hago un llamado a quienes buscan un puesto de elección popular. Lamentablemente, las noticias sobre hechos de corrupción han golpeado últimamente a nuestra sociedad, y hablo especialmente de hechos que golpearon algunas municipalidades y cantones de nuestro país. Esto no debió ser y esperamos que no se vuelva a repetir. Gobernar es una forma de servir, no debe ser nunca para servirse ¡Velemos entonces por conocer a quienes quieren llegar al poder! Y, exhorto a quienes queden electos a cumplir con probidad y honestidad sus funciones.

El domingo 4 de febrero debe estar marcado en el calendario de manera especial, porque elegimos a los gobernantes de nuestros cantones y de las comunidades donde vivimos; por tanto, no cabe la apatía ni la indiferencia. No caigamos en el error de acostumbrarnos solo por el hecho de que vemos con cierta “facilidad” la opción de ir a votar.

Igualmente, vivir en democracia implica no solo ir a votar, supone particularmente que nos comprometamos en nuestras comunidades y desde nuestra condición para velar por el buen funcionamiento de las municipalidades. Ejerzamos nuestro deber ciudadano con responsabilidad en miras al bien común.

¡Que el Espíritu de Dios nos ilumine para ejercer el voto y nos ayude a fortalecer nuestra democracia!

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