Empleo digno
A falta de pocos meses para que termine una gestión gubernamental e inicie otra, es importante que no se pierdan de vista los temas fundamentales que nuestra nación requiere tratar y buscar solución. Apartado de propuestas populistas y falsas promesas, el empleo es, sin discusión, una de las más altas prioridades que nuestra sociedad debe atender.
Pese a que ha ido disminuyendo la tasa de desempleo, con respecto al escandaloso repunte que tuvo en los primeros meses de la pandemia, aún son más de 400 mil personas las que no tienen trabajo en nuestro país.
No obstante, esta no es la única cifra que debe preocuparnos. Muchísimas personas están con un empleo informal; ya son unas 917 mil personas las que se encuentran en este rubro, según el Instituto Nacional de Estadística y Censos; es una cifra que sigue en aumento.
Es necesario no solo que las personas tengan que ocuparse en un trabajo, es fundamental que puedan tener un empleo digno y estable, resguardado por garantías sociales y los extremos de ley que sean necesarios. Solo así las personas podrán aspirar a mejorar sus condiciones de vida.
San Juan Pablo II decía, en su Encíclica Laborem exercens: “Una justa remuneración por el trabajo de la persona adulta que tiene responsabilidades de familia es la que sea suficiente para fundar y mantener dignamente una familia y asegurar su futuro”.
Sabemos que, además de las condiciones precarias en que muchos de nuestros ciudadanos trabajan, en Costa Rica se han ido reduciendo las posibilidades de acceder a una vivienda digna y a la posibilidad de crecimiento en otras áreas que permitan el mejor desarrollo de las personas y de sus familias.
Mucho escuchamos de la necesidad de mejorar los índices económicos, de reducir el déficit fiscal y de superarnos en indicadores que den confianza en el entorno nacional y mundial. Desde luego, esto es importante. Pero, ningún indicador económico puede estar por encima de la persona y no tendrá sentido si en el centro del desarrollo no ubicamos al ser humano.
Costa Rica debe volver a una ruta que dé bienestar, confianza y credibilidad a las empresas privadas, las cuales generan la mayor fuerza laboral del país, para que puedan invertir en más empleos.
Costa Rica debe volver a poner, como principio básico, a la persona humana en el centro de su desarrollo y en punta de lanza de cualquier plan de gobierno. Entre muchas necesidades que se deben solventar, empecemos por buscar soluciones que generen empleo, y empleo digno en nuestro país.
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