Entre mentirosos en redes sociales y verdades en motores de búsqueda de internet
Todo el mundo miente, esta fue una de las conclusiones a las cuales llegó el autor Stephen Davidowitz en el libro donde demostró, cómo lo que las personas publican en las redes sociales no es lo mismo que buscan en los motores de búsqueda de internet.
Lo más curioso es que, con la aplicación de la ciencia de datos, el autor determinó que las personas mienten por lo menos un tercio del tiempo, escuchó bien estimado radioescucha, un tercio del tiempo. Llevamos dos vidas, una en las redes sociales y otra en los motores de búsqueda en internet y esto está teniendo consecuencias en el mundo real.
Estamos ante una falsa realidad, la realidad de las redes sociales donde todos somos felices y conservadores, en tanto que la mayoría de las personas, según reveló el citado libro, no son tan conservadoras como tratan de demostrar en las redes sociales.
Las ciencias sociales están siendo revolucionadas en todo sentido y esto es importante tenerlo en cuenta ante el populismo creciente a nivel mundial, ya que las redes sociales con sus mecanismos están distorsionando la realidad y esto está llevando a un círculo vicioso, donde vamos distorsionando cada vez más nuestra propia existencia.
No es de extrañar entonces que los algoritmos de las redes sociales, que no son sino al final de cuentas una serie de pasos determinados para identificar los comportamientos de los usuarios, envíen información que nos enoje y nos haga generar más contenido, cuando publicamos y reposteamos aquello que nos gusta mucho o que nos disgusta demasiado.
¿Hasta dónde estamos publicando, creyendo que estamos ejerciendo nuestro libre pensamiento o más bien estamos siendo manipulados por los algoritmos y publicamos en automático porque nos tocaron el corazón o el hígado, pero realmente no reflexionamos seriamente sobre lo que iremos a publicar?
Esta manera automática de hacer las cosas es la que ha llevado a una nueva manera de organizarnos, siendo una especie de baterías, similar a la película de “La Matrix”, donde los seres humanos fuimos reducidos de seres pensantes a simples pilas.
Las estadísticas han demostrado que el problema ha crecido, mentimos más en redes sociales, publicamos fotos de nuestros viajes, nuestros amigos y hasta de la comida que vamos a ingerir, tratando de dar una imagen de felicidad y prosperidad a esos 338 “amigos” que una persona tiene en promedio en redes sociales, pero cuando contactamos por privado para tomarnos un café en persona, se siente como una invasión al espacio personal.
Quizá sería mejor más cafés en persona y menos presunción en redes sociales, pero claro, eso implicaría menos “me gusta” y entonces ya nuestros amigos que también mienten un 33% del tiempo, tampoco se sentirían cómodos porque, al final de cuentas, como dice el libro, todo el mundo miente.
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