¡Feliz aniversario, Asamblea Legislativa!

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¡Feliz aniversario, Asamblea Legislativa!
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En el centro de nuestra historia y de nuestra vida política, está la existencia de una Asamblea Legislativa fuerte, apegada al derecho e independiente. Por eso, la celebración el bicentenario del Poder Legislativo, en Costa Rica, debe llenarnos de regocijo. Las instituciones equivalentes a nuestro parlamento surgieron para imponerle límites al poder del monarca. Ese control se manifestó siempre mediante la creación de leyes sobre diversos temas y, muy particularmente, para autorizar la imposición de tributos. En las repúblicas modernas sigue siendo el parlamento —para el caso, nuestra Asamblea Legislativa— uno de los más importantes instrumentos de control sobre los gobernantes, es decir, sobre quienes tienen a cargo el Poder Ejecutivo. Por eso, además de aprobar leyes sobre los asuntos bajo su competencia, se fomenta ahí, una actitud crítica sobre la marcha de los asuntos públicos y hasta se le imponen límites al ejercicio del poder.

Lo que hoy conocemos como la Asamblea Legislativa, en su versión madura y bien definida, surge con la Ley Fundamental del Estado Libre de Costa Rica de 1825. Aunque la verdad, nuestro parlamentarismo nació incipientemente en 1821, cuando, en un ejemplar derroche de sabiduría, nuestros antepasados aprobaron el Pacto de Concordia, nuestra primera constitución. Ahí quedó marcado el rumbo que debería tomar nuestra historia, aunque en el trayecto que nos trae hasta aquí, hayamos conocidos violaciones a esos principios. Cuando esto ha ocurrido, siempre el pueblo ha terminado por sufrir dolorosas consecuencias.

Es frecuente oíra críticas sobre la forma como se elige a quienes integran este Poder de la República y a la forma en que ejercen sus funciones. También se cuestiona la idoneidad de algunas de las personas que nos representan en él. A veces, esa crítica tiene fundamento. Tengamos presente que, en buena medida, la vida parlamentaria refleja lo que nuestro pueblo es. Ciertamente, todo puede mejorarse, eso sí, sin abandonar las funciones básicas de una Asamblea Legislativa de verdad: legislar, controlar el poder y, en algunas ocasiones excepcionales, juzgar. Esto incomoda, a menudo, especialmente a quienes ejercen el Poder Ejecutivo, pero si no existieran esos controles, el país se convertiría en una tiranía.

Somos afortunados de contar con un parlamento que contribuya a aprobar las leyes necesarias para la buena marcha del país, colegislando con el Poder Ejecutivo, y que imponga límites a los excesos y deficiencias que pudiese presentar la administración pública. Muchos países del mundo no tienen esa fortuna y debemos sentirnos orgullosos de que Costa Rica, por ello, sirva de ejemplo en el concierto de las naciones. ¡Feliz aniversario, Asamblea Legislativa!

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