Juventud cruel   

  Dos jóvenes recientemente en Upala, apedrearon, y golpearon de manera atroz a un señor viviente de calle mientras dormía.

Tal acción no sólo deja un gran dolor social. Nos hace pensar en qué hemos hecho como país con nuestra infancia y juentud.

Algunas teorias sobre la conducta humana y aprendizaje social podrían explicar el por qué pasan estas cosas.

Una de ellas señala que actualmente la gente dentro y fuera de su familia pasa mucho tiempo con los ojos puestos en las pantallas electrónicas congelando el alma.

La socialización en lugar de desarrollarse en parques infantiles con muchos niños conociéndose e interactuando, corriendo, jugando, ayudándose, e inventar aventuras, al estilo del personaje Marcos Ramírez del autor Carlos Luis Fallas, lloran y hacen berrinche si no los dejan estar frente a un video juego donde el éxito es matar, golpear, poder y crueldad.  Normalizando así la violencia en su entorno real.

Adolescentes así ya han tenido que ir a terapia para trabajar síndromes de abstinencia por adicción a pantallas electrónicas. Incluyendo agresión hacia sus padres y autoridades escolares si no les dan el celular hasta en tiempo de clase.

Especialmente priva al ser de lo más escencial que son las caricias suaves, imprescindibles desde el nacimiento.

Las caricias nos moldean como seres humanos, nos convierten en seres sociales. Influyen en lan percepción del estrés y el dolor, en quien confiamos y a quien le tememos.

Una caricia puede llegar a una persona aunque ya casi no esté conectada con el mundo físico.

Favorece la empatía con el dolor humano. Conecta con el amor y la compasión.

¿Será que estos jóvenes crueles y agresores, no tuvieron éstas caricias vitales, fueron criados solos, en pantallas, con abandono y crueldad social? O son malos de nacimiento?

¿Ignoraremos la crueldad o cambiamos en familia?