Juventud en tiempos de anemia política
Hoy en día, muy probablemente el tema que menos se toca durante una conversación entre jóvenes sea el de la política. La política en nuestro país pasó de ser un tema de trascendencia entre los jóvenes a ser algo banal e inútil, algo casi de chota.
La mayoría de la población (incluyendo los jóvenes) dejó de tener un partido político preferido, el término bipartidismo parece casi extinto. Esto debido muy probablemente al cambio generacional, una mayor educación y un acceso a la información casi inmediato. Irónicamente estas condiciones no han enriquecido el debate a nivel país acerca de cómo lograr un mayor desarrollo, una mejor calidad de vida.
Un meme o un video viral se convierte en el reflejo del punto de vista de la ciudadanía, y por su puesto: de los jóvenes. ¿Qué tanto son responsables los partidos políticos de esta escasa o si la hay, pobre participación joven y el declive del debate nacional? La discusión está abierta.
Sin embargo, no se puede caer en el error de generalizar a todos los jóvenes así porque así. Muchos jóvenes apáticos al sistema electoral actual o esquivos a hacer fila en un partido político, buscan espacios donde incidir y en donde cambiar de alguna forma su entorno, buscan respuestas a los problemas que los aquejan, respuestas que ni este ni ningún otro gobierno ha dado. No es de extrañarse ver gran cantidad de jóvenes en asociaciones de desarrollo comunal, trabajando en cooperativas, en grupos culturales, en fin, allí donde antes solo estaban las mismas personas de siempre.
No se le puede quitar mérito a los otros jóvenes que se enrollan en los partidos políticos, sin ellos y su energía muy probablemente los cuotas de participación joven en los partidos serian distintas, la paridad de género, aun estaría en debate y la inclusión de las personas sexualmente diversas, un sueño de upa.
El paradigma sin duda alguna es atraer más jóvenes a estos espacios, vender la idea de que hay muchas formas de participación, que hay espacios más constructivos que quejarse a grandes voces en una red social y no necesariamente siguiendo una línea partidaria. Hay que dejar claro que hacer política no es seguir a un caudillo o ir a muerte por defender una ideología determinada.
Hacer política es representar y luchar por causas nobles, ilusionarse por un objetivo que cambiará la vida de las personas, es sin duda la herramienta más efectiva para lograr una justicia social. Ya partiendo de estos y otros espacios se puede hacer mucho.
El adulto centrismo de hace décadas va en declive y con él, se abren espacios para la juventud, sin duda alguna será responsabilidad de las y los jóvenes procurar que su participación en la política nacional vaya en aumento.