La autoridad no solo debe parecer sino ser
Como todo en la vida, las cosas se aprecian por lo que parecen. En el mundo del marketing en el cual me desenvuelvo, existe una ley fundamental llamada la “ley de la percepción”, que palabras más o palabras menos dice, que en el mercado no hay buenos ni malos productos, lo que existen son percepciones, las cuales se forma como respuesta a los estímulos, los cuales a su vez se reciben a través de nuestros 5 sentidos. No en vano se afirma que el marketing es una guerra de percepciones.
Partiendo de esta premisa, considero que en el país existe una percepción distorsionada de la autoridad, lo que da paso a la “cultura del vivazo”, que nunca falta en cualquier ámbito que nos encontremos. Esta cultura difícilmente se ve en otros países, siendo la diferencia principalmente el respeto a la autoridad y las leyes de convivencia social, por parte de los ciudadanos.
Cuantas veces vemos en vídeos o noticias a policías de nuestro país siendo apedreados o golpeados por vándalos que no respetan la investidura, o casos en que por un hecho simple lleguen hasta 4 patrullas a poner orden, mientras que, otras latitudes un solo policía es capaz de imponer su autoridad con su simple presencia.
¿Será acaso un asunto de cultura? ¿O de temor a actuar con firmeza o de un exceso de democracia, lo que hace que el ciudadano común se iguale a la autoridad y le discuta de persona a persona?
Escuchando a la señora ministra de Educación, señalando que los docentes están limitados y desposeídos de herramientas punitivas para con sus estudiantes, reafirmo mi pensamiento de que la conducta que vemos en las calles con respecto a la autoridad por parte de la población, sea este maestro o policía, es una consecuencia no solo cultural sino principalmente del proceso educativo que tradicionalmente han recibido nuestros estudiantes en las aulas.
Esto, porque no hay un eje transversal de formación en valores cívicos y de urbanidad, en los programas educativos nacionales. Es en estos niveles en donde se debe actuar, de la misma forma en que en algún momento se educó a la población sobre la importancia del turismo, con la campaña “ayudemos al amigo turista” y de la necesidad de no lanzar basura en las calles con la campaña de “Jacinto basurilla”; hoy más que nunca, es necesario que se eduque a los niños y jóvenes sobre el respeto a las figuras de autoridad y las consecuencias de no hacerlo.
Esto sin duda, será un beneficio que el país podrá capitalizar y traducir en paz, seguridad y armonía social.
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