La honestidad en el diálogo es capacidad para dialogar
Con mucha frecuencia en los debates de la sociedad contemporánea, se toman las discrepancias como una ofensa personal. Y precisamente, la democracia es el ejercicio del diálogo en el debate, bien entendido este, es la búsqueda de la verdad.
Recientemente, la Ministra de Educación de los Estados Unidos, Betsy DeVos expresó un discurso sobre este tema tan importante de la sociedad contemporánea, sobre la búsqueda de la verdad.
Aprender dijo, no es sino buscar la verdad, y sin embargo dijo, a los estudiantes se les dice a menudo que no existe tal cosa.
Con frecuencia escuchamos las ideas, tu verdad y yo tengo mi verdad, pero en la realidad es que, ninguno de los dos busca la verdad, sino imponer la propia. Este es el gran debate que tenemos en la sociedad contemporánea. Es el veneno del relativista.
La Ministra de Educación de Estados Unidos, en su discurso, el pasado 17 de setiembre, dijo: “En este mundo acelerado y ruidoso, es saludable cultivar la vida interior: estar en silencio, orar, reflexionar, reconsiderar cosas y contemplar“. En este punto es importante señalar, que toda sociedad, toda democracia, necesita saber escuchar, no esconderse en medio de las redes sociales.
Saber hablar, saber exponer las ideas de cada uno, es un aspecto que fortalece la democracia, y la inteligencia, en estos días, se requiere: saber pensar, repensar y sobre todo atender los argumentos del contendor, que no es un retador, sino alguien que debemos escuchar con respeto.
Hay que saber dialogar con los que no estamos de acuerdo, para lograr solución a los problemas nacionales y locales. Pero esto solo se logra con la inteligencia, de entender con sabiduría lo que el otro quiere explicar, solo así encontramos soluciones, poniendo en práctica la rectitud de intensión y el buen entendimiento.
La ministra DeVos propuso en su mensaje la regla de oro de la libertad de expresión: esforzarse por entender como uno quisiera ser entendido, esto significa estar dispuesto a aprender de cualquier idea, aunque discrepe de ella, o no las comparta, y tener la humildad de escuchar admitiendo la posibilidad, de que uno mismo este equivocado.
De todas estas ideas, me parece que se puede obtener algo positivo para los diálogos que hoy tiene Costa Rica, que no deben ser de sordos, sino de ciudadanos amantes de una Costa Rica que progrese.
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