La lucha contra ego de Frederik Imbo
Frederik Imbo es un tipo cuya forma de ser no era muy diferente a la de muchas otras personas, le molestaba el conductor del auto que tocaba el pito muy seguido, la mala atención en alguna oficina o la vez tan aguda de una compañera de trabajo que no lo dejaba concentrarse.
Pero Frederik Imbo decidió hacer algo al respecto… se convirtió en árbitro de futbol.
Aunque esto suene raro, nuestro protagonista quiso exponerse en la situación en la que muchos huyen. Donde no se queda bien y en la que la culpa siempre la tiene uno. ¿Porqué?
Porque Frederik quería dejar de tomarse a modo personal todo lo que le pasaba a su alrededor y a controlar esa vocecita que lo hacía irritarse con los demás, llamada ego.
Cuando recibía una silbatina o una madreada Imbo fijó en su mente dos ideas, las cuales podía alternar dependiendo de la situación: por un lado que las críticas provenían de un grupo de personas que buscan desahogarse porque habían tenido un mal día; o por el otro, que en efecto había hecho algo incorrecto y que la reacción que recibía era consecuencia de ello.
Y conste, no es que estamos justificando las madreadas, pero algo que fue clave para Frederik Imbo es que ser árbitro le ayudó a mejorar su fuerza mental para lidiar con su crítico interior y a comprender que los demás también se equivocan, tal vez menos que él.
A Imbo la experiencia en el arbitraje le sirvió para domar su ego, pero tal vez usted, que se está sintiendo en este momento identificado con esta historia, no tendrá que llegar tan largo para comprender que no todo es personal y si algo lo es, solo usted tiene el poder de darle el suficiente valor para que llegue a afectarle.
Fuente: BBC Mundo.
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