La Ruta Inmerecida!
Los que nunca han emprendido nada, deben creer que ser empresario es una tarea sencilla, pero no lo es. En especial cuando quienes si lo somos, hemos debido enfrentar durante estos últimos años, que ya son bastantes, una de las partes más ingratas de nuestro trabajo, que es la obligada reducción de empleos en medio de una crisis, para intentar preservar no solo la sobrevivencia de nuestras empresas, sino también a la mayor cantidad posible de nuestros amigos y colaboradores trabajadores, por el mayor tiempo que la realidad económica nos lo permita.
Cada casa que un banco remata y se adjudica, cada empleo perdido y cada negocio que cierra trae arrastra verdaderos dramas humanos y familiares, así lo sentimos y así sabemos que es. Ante ese panorama, hago dos llamados vehementes:
El primero a los empresarios, para que sigamos siendo valientes, no aflojemos, y no perdamos la fe en la temporalidad de los malos momentos, podrá ser superada.
Debemos seguir adelante hasta donde podamos, inspirados siempre en la solidaridad y en la búsqueda nuevas e innovadoras soluciones que le permitan subsistir a nuestras empresas.
El segundo llamado lo hago a los servidores públicos. No nos sigan matando con las burocracias insensibles que se escudan detrás de normas, decisiones y reglamentos estúpidos creados nada más que para justificar la existencia de lo absurdo. No son todos, es cierto, pero si son suficientes para causar un gran daño.
Costa Rica requiere, hoy más que nunca la mayor eficiencia posible de los funcionarios públicos si es que pretendemos reactivar nuestra economía y con ello poder volver generar empleo en los niveles necesarios para que el desarrollo sea sostenible.
No se vale que mientras algunos dejamos alma corazón y vida para salir adelante, otros, cómodamente sentados, con puestos y salarios asegurados, no les importe limitarse a decirnos un simple: No se puede!
No me tiembla la voz para decirlo: la reactivación económica requiere de un inmenso esfuerzo y de la participación de todos, sin zancadillas, para que Costa Rica pueda alcanzar otro horizonte y un nuevo destino, o el colapso social, que algunos parecen interesados en propiciar, llegará irremediablemente y nos alcanzará a todos, sin distinción de ninguna índole.
Yo no quiero otra Venezuela en Costa Rica, simplemente, no merecemos transitar por aquella ruta!.
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