La Tierra un tesoro entregado para bienestar de toda la humanidad
Para quienes somos creyentes, Dios entregó a la humanidad una Tierra abundante en recursos, generosa en producir y rica en oportunidades para todos; nos entregó al hombre un tesoro para ser distribuido con equidad, justicia y generosidad, confiando en la humanidad para ejercer la noble tarea, además otorgó el libre albedrío a las personas.
Sin embargo, una parte de la humanidad, movida por la avaricia y codicia, creó la corrupción, el egoísmo, la explotación del hombre por el hombre, la deshonestidad, el negocio perenne de las guerras, la mentira, la depredación de los recursos, las drogas, el libertinaje, la falta de solidaridad, el ventajismo y otras falencias que carcomen a la humanidad.
Todo lo anterior es el cóctel perfecto con que brindan algunos poderosos, entre ellos algunas corporaciones mundiales, algunos sistemas de financiamiento a países, algunos grandes empresarios y políticos; la lista continúa, sí, ellos, indiferentes y sentados en sus tronos, ignoran las nefastas consecuencias de la pobreza y pobreza extrema que sufren muchísimos millones de seres humanos.
Algunos poderosos deshumanizados votan la producción de alimentos, antes de ofrecer al consumidor un precio justo, prefieren tirarlos al mar, para que así su precio en el mercado no baje.
Es un secreto a gritos que, la equidad, la justicia, la generosidad, las oportunidades y la solidaridad, en el ideario de esas grandes, ventajistas y voraces élites, no existen; en su lugar imperan sus corruptas redes de cuido, el tráfico de influencias y el oportunismo que, dejan al margen de las oportunidades especialmente a las personas de menos recursos.
En esas altas esferas, muchos de sus integrantes se justifican, se lavan las manos y mantienen sus conciencias, dicen que, limpias y tranquilas; al decir, “cada uno se labra su propio destino”. No señores, les recuerdo que el amor al prójimo significa; ayudar al que más necesita, brindar oportunidades a los que menos tienen y poner en práctica la equidad y solidaridad.
Sumamente lamentable, doloroso y desgarrador, observar a un niño con hambre, mal alimentado o ingiriendo barro mezclado con aceite, como se da en algunos países de África, para sofocar el dolor provocado por el hambre, hambre que despedaza los sueños de cualquier niño y adolescente; quienes difícilmente progresarán en una sociedad que los ignora, con absoluta probabilidad de heredar la cadena de pobreza de sus antepasados, salvo en muy contadas excepciones.
La pobreza, por su lado, ofrece a los menos afortunados el ingreso a la delincuencia, a las pandillas, al consumo y comercio de drogas, sicariato y a toda clase de ilícitos.
La delincuencia hasta cierto punto, no solo es la que está en las cárceles, también algunos poderosos, quisiéremos pensar que son los menos, son quienes a su manera verdaderamente generan delincuencia pero lamentablemente parecieran ser intocables y majestuosos desde sus grupos de poder, mueven los hilos de las marionetas a su servicio, en medio de la pobreza que insensiblemente asfixia a grandes grupos humanos.
Los comentarios están cerrados.