La Tolerancia: un pilar de la paz social

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La Tolerancia: un pilar de la paz social
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Si hay una razón para los diversos males sociales que corroen a la humanidad es, sin duda, la falta valores, entre ellos uno en especial, la falta de tolerancia. Burlas, insultos, irrespeto a las ideas y comportamientos ajenos, fanatismos, rechazos, odios, asesinatos o guerras, se transforman en una mezcla fatal nacida de la misma esencia de los actos intolerantes que, a todas luces, es necesario combatir.

Recuérdese que la tolerancia solo es posible en una sociedad, en un ambiente profesional, o en una familia si se presenta basada en el respeto al otro, entendiendo que este es una persona absolutamente distinta a nosotros.

Ser tolerante es lo mismo que ser respetuoso, indulgente y considerado con los demás. Es una cualidad que se define como el respeto a las ideas, creencias o prácticas de los demás, aunque sean diferentes o contrarias a las nuestras. Ser tolerante es aceptar y permitir las circunstancias o diferencias de los otros; es no impedir que haga lo que este desee; es, sencillamente, admitir la diferencia o la diversidad.

Ahora bien, esta es una actitud que requiere tiempo y esfuerzo; supone romper prejuicios y estereotipos, ya que la intolerancia suele tener sus raíces en la ignorancia y el temor; es decir, miedo a lo desconocido, miedo al “otro”.

De ahí que la tolerancia nace y se fomenta cuando vemos a los demás como personas valiosas en sí mismas; al fin y al cabo, las diferencias ponen sobre el tapete la riqueza de toda persona por el hecho de pertenecer al género humano, aunque su color de piel, preferencia sexual, religiosa, política o cultural sean distintos, o su forma de pensar y de actuar sean radicalmente opuestos a nuestras costumbres y convicciones.

Por ello, conocer bien a las personas antes de emitir cualquier opinión; controlar manifestaciones de enojo; evitar caer en la violencia; pensar con claridad y objetividad antes de hablar o escribir; evitar las opiniones que puedan llegar a ser ofensivas; colocarse en el lugar del otro para tratar de entenderlo; negociar las diferencias sin buscar solo eliminarlas; conocer acerca de otras culturas o derribar pensamientos categóricos, se hace absolutamente necesario para llevar a cabo una enérgica actitud de cambio por integrar los componentes de la tolerancia en nuestros propios ámbitos de acción como una práctica diaria de subsistencia.

Por lo cual, si bien cada 16 de noviembre se celebra el Día Internacional de La Tolerancia, hagamos, de esta práctica, una virtud constante para lograr una sociedad más justa, sensible y pacífica, porque, tal y como lo expresara Francisco de Quevedo: “El que quiere en esta vida todas las cosas a su gusto, tendrá muchos disgustos en la vida”.

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