La unidad nacional y diálogo virtuoso, condiciones necesarias para recuperar a Costa Rica
Quienes nacimos en la mitad del siglo pasado, a pesar de que estaban presentes los efectos de la recién pasada la revolución del 1948, ciertamente, crecimos en una sociedad mucho más austera pero mucho más pacífica que la actual.
Los efectos de la legislación social promulgada en los años de la administración del doctor Rafael Ángel Calderón Guardia, con el importante aporte de don Óscar Barahona Streber y el decidido apoyo de don Manuel Mora Valverde, líder del partido comunista y del arzobispo de San José Víctor Manuel Sanabria Martínez; todos beneméritos de la Patria, con la excepción de don Óscar. Representantes de sectores para muchos irreconciliables pero entre todos ellos privó el mayor bienestar de la patria y de los costarricenses; esto permitió que se diera entre ellos un diálogo generoso, respetuoso, visionario y patriótico.
La historia que se escribió después con la activa acción de todos esos personajes nacionales, evidencia el paso de Costa Rica de un estado liberal al estado social de derecho vigente. Aquí comienza Costa Rica a diferenciarse en el concierto de las naciones.
Mientras el mundo se desarrollaba en medio de la guerra fría, enfrentamiento entre los Estados Unidos y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, URRS, nuestra Costa Rica, gracias a la existencia del citado diálogo virtuoso y superando cualquier diferencia de cualquier tipo, adoptó un modelo de desarrollo y de convivencia muy propios, en el que se mantuvieron parte importante de los principios liberales, principalmente, los asociados a las libertades individuales y colectivas pero también se avanzó muchísimo en lo social.
Nuestro desarrollo económico fue un híbrido entre la economía de mercado y la planificada. Y aunque hubo vehementes representantes de ambos sectores, lo cierto es que, en la Constitución de 1949, quedó plasmado, aceptado y respetado por todos el emergente estilo de estado y gobernanza.
Producto de la decidida influencia de la Universidad de Costa Rica, la sociedad costarricense comienza a tener profesionales muy calificados, que tendrían un rol transcendental en la generación de la riqueza nacional; vital esta para luchar contra la pobreza y para aumentar el nivel de vida de los costarricenses.
El “trapito de dominguear” como calificaban nuestros abuelos a todo aquello que les causaba orgullo; nuestro sistema educativo y el de salud liderado por la Caja Costarricense de Seguro Social otrora eran nuestro trapito de dominguear. El desarrollo de estas dos áreas significó que aumentara el bienestar de los costarricenses; enfermedades propias de los países subdesarrollados, fueron prácticamente erradicadas en el nuestro y las existentes son prácticamente las mismas presentes en los países desarrollados.
Las muy complejas amenazas y desafiantes retos de las actuales realidades de nuestra seguridad, educación y salud, como sociedad los debemos, asumir, enfrentar y resolver pero esto solo será posible emulando el diálogo patriótico que privó a mitad del siglo pasado.
Es muy equivocado creer que solo un grupo y mucho menos una sola persona puede tener todas las respuestas para resolver la gravísima y patente crisis presente en esas tres áreas tan estratégicas y críticas para nuestra paz social.
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