La urgente migración hacia la Economía Circular
Desde el momento en que se concibe un producto, las empresas deben diseñarle un ciclo de vida circular, sin desperdicios ni residuos, de manera que un material sea útil una y otra vez, ya sea porque se repara, se reutiliza o se recicla. En el caso de los aparatos eléctricos y electrónicos también implica la eliminación de la obsolescencia programada y ofrecer facilidades, repuestos e instrucciones, que permitan la reparación.
Este enfoque no solo es mejor para el entorno natural, es además inteligente desde el punto de vista del negocio ya que reduce la extracción de nuevos recursos y la dependencia de las importaciones y cadenas de suministro de materiales, casi siempre dependientes de conflictos bélicos o comerciales.
El reciclaje, como uno de los eslabones de la Economía Circular es una práctica y una industria que aporta beneficios ambientales, sociales y económicos a nuestros países. Aunque no podemos considerarlo como la solución al problema de los residuos, sí es una fase del modelo económico circular que debe ser fortalecido con la participación de más consumidores responsable, así como con incentivos fiscales, y apoyo de los sistemas financieros, o sea, si quien contamina debe pagar más, quien limpia y transforma, debería recibir una recompensa adicional.
Las empresas dedicadas a la recuperación de materiales y al reciclaje también brindan una contribución social al generar empleo para mano de obra no especializada, brindan oportunidades a poblaciones vulnerables y generan un impacto ambiental positivo al evitar las externalidades dañinas de la contaminación en tierras, cuerpos de agua dulce y el océano. Finalmente, el ahorro de energía y agua es significativo cuando se compara el proceso de reciclaje versus el de extracción de materias primas vírgenes.
También hemos constatado cómo la práctica de separar materiales valorizables desde la fuente para ser reciclados, es un proceso educativo de alto valor y es una puerta que se abre a una mayor sostenibilidad personal y familiar.
Una vez que una persona se hace consciente de sus residuos valorizables, asume una mayor responsabilidad ante la contaminación que puede generar, eleva su respeto por la labor de los recicladores de base y colaboradores municipales, puede tomar decisiones de compra mejor informadas, y con el tiempo también se interesa por el compostaje, usa menos el vehículo, recoge agua de lluvia, y reduce su huella ecológica en general.
Lo importante es que en cualquier espacio en el que nos encontremos, seamos parte del sector público o privado, como personas consumidoras que somos todos sin excepción, debemos formar parte activa del modelo económico circular, única alternativa que tendremos para disfrutar de un entorno sano y más equitativo.
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