Las personas son las que caracterizan el proceder de toda organización
Las buenas empresas, las buenas organizaciones, las buenas instituciones y los buenos gobiernos, son buenos porque las personas que los conforman los hacen buenos y las hacen buenas. Ninguna organización ni institución ni gobierno es bueno porque sí, son las personas, con sus acciones, con sus actitudes y con la entrega y disposición para realmente servir y dar lo mejor de sí, las que hacen la diferencia.
Y de igual forma, si esas organizaciones e instituciones e incluso gobiernos, no son lo buenas y bueno que deseamos y no cumplen con sus cometidos y sus principios no están acordes con lo que esperamos, es simplemente porque las personas que las conforman y las dirigen no son las que deben estar ahí y no son las que se debieron de escoger.
En ocasiones hay posibilidad de que esas personas si no cumplen con lo que se esperaba, puedan ser destituidas. Esto sería lo ideal. Sin embargo, no siempre hay esa posibilidad de proceder así y por eso tenemos en muchas instituciones a personas que sabemos que no sirven, que no han cumplido y que su accionar ha sido deficitario e incluso pésimo, porque no han velado para que la institución cumpla su cometido pero siguen ahí en sus puestos. Y más difícil aún si se trata de funcionarios, especialmente, diputados y presidente y vicepresidentes, porque no tenemos un mandato revocatorio de estos nombramientos.
Tenemos personas nombradas en puestos cuya función ha sido contraría a lo que la misma institución establece como principio; por ejemplo, el resguardo financiero de las instituciones o la supervisión de las actuaciones de los diversos participantes en materia económica o social y pese a no cumplir su cometido siguen ahí y lo que es aún peor, es que a veces a esas personas hasta las premian con puestos de mayor responsabilidad.
Ha habido nombramientos incluso de personas en puestos en donde demostraron su incapacidad fueron removidas y los vuelven a nombrar, incluso algunos denunciados por indebidas conductas, relacionadas con el ejercicio ineficiente y a veces inescrupuloso de la función que se le encomendó.
Esa es la diferencia entre buenas gestiones, malas gestiones y pésimas gestiones: La gente, las personas y su accionar en pro o en contra de lo que se espera de ellas.
Dios quiera que nuestro sistema pueda ser más exigente y menos laxo y engorroso para poder destituir a aquellos que no solamente no sirven para el puesto elegido sino que además, causan daño.
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