Lección de vida
Muchas son las lecciones que nos ha dejado la Pandemia provocada por el COVID-19, pero sin duda, para efectos de Costa Rica, una de las más importantes, si no la más importante es que toda vida vale, toda vida cuenta, nadie es descartable.
Durante varias décadas, nuestro país forjó la institucionalidad alrededor de la seguridad social, y hoy es de exaltar que ese sistema ha enfrentado con creces la crisis sanitaria que ha golpeado a la humanidad.
Exaltar la Caja Costarricense de Seguridad Social, junto con todos sus funcionarios, es lo menos que podemos hacer, pues se ha demostrado que el sistema solidario de salud salva vidas. Debemos sentirnos orgullosos de que toda persona que necesite de la Caja, ésta le atiende, en virtud del sentido costarricense que hunde sus raíces -históricas y a nivel constitucional- en el respeto a la vida.
Como el ejemplo del Seguro Social, otras instituciones estatales, lejos incluso del fin de la rentabilidad, han demostrado que se puede salir adelante, que los costarricenses tenemos muchas razones para sentirnos orgullosos. Ni qué decir de las acciones de solidaridad que, desde el momento mismo de la crisis, brota con claridad entre muchos de nuestros ciudadanos.
Volviendo a la lección más importante, hemos visto en Costa Rica cómo esta enfermedad del COVID-19 ataca por igual a niños, adultos, adultos mayores, hombres y mujeres, sin distinción de clase social ni de ningún otro tipo.
Por eso, es más valioso entender que toda vida cuenta; pues nos hemos quedado en casa y hemos buscado, en la mayoría del territorio nacional, respetar las directrices gubernamentales con el fin, primero, de no elevar la curva de contagios, pero con la clara idea de que en la primera línea de protección teníamos que poner a nuestros adultos mayores.
Ninguno de ellos sobra, ninguno es descartable para una sociedad como la costarricense que ha puesto todos sus recursos en defendernos de este virus, aún desconocido, y que ha enlutado ya a nuestro país y al mundo entero.
Este principio de defensa de la vida tenemos que exaltarlo, no queremos que nadie más muera por este mal que ha ensombrecido el año 2020. No queremos que nadie más enferme. Pero, si así ocurriera, nuestra institucionalidad y nuestra seguridad social son bastiones para enfrentar el mal.
¡No olvidemos nunca esta lección! Como sociedad, ante esta o cualquiera otra crisis, defendamos la vida, pues todos somos importantes. Pasada la crisis, vendrá un proceso para recuperarse, y en esa línea, la lección a practicar es que toda vida cuenta y nadie puede quedarse atrás.
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