Liderazgo femenino: Clave para el bienestar

Las mujeres hemos aprendido a administrar realidades. La manera en que lideramos se basa en una visión integradora, en la que las habilidades de hombres y mujeres se complementan dentro de las organizaciones, instituciones y empresas. Se trata de un liderazgo que no busca el poder por el poder mismo, sino que entiende que el mejor poder es aquel que se ejerce en equipo, en colectivo, con el objetivo de generar bienestar para todas las personas involucradas.
Desde la infancia, a muchas mujeres se nos enseña la palabra «cuido». Esta idea nos ha permitido desarrollar una visión más amplia de participación, con una preocupación genuina por la comunidad, la familia y el entorno. Este rol de cuidadoras debe transformarse para que podamos liderar en todos los sectores de la sociedad, incluyendo el empresarial y el político, con una perspectiva inclusiva y abierta a la diversidad de opiniones.
El diálogo, la empatía y la capacidad de generar acuerdos son elementos que las mujeres hemos aprendido a fortalecer. En cualquier democracia, el diálogo es fundamental para la toma de decisiones y para lograr consensos que beneficien al bien común. Por ello, el liderazgo femenino impulsa conversaciones constructivas en todos los espacios en los que participamos.
Las mujeres en la historia de la humanidad hemos sido, muchas veces, invisibles. Pero cuando una persona acepta que es invisible, trabaja para hacerse visible. Nos corresponde confiar en nuestras habilidades, en nuestras estrategias y en el conocimiento que hemos adquirido para aprender a administrar realidades. Decir sí a los retos, asumir posiciones de liderazgo y participar activamente en la toma de decisiones es la clave para hacernos visibles y seguir abriendo caminos para las futuras generaciones.
El liderazgo femenino ha cobrado mayor relevancia en los últimos años, pero el camino para llegar a estos espacios no ha sido fácil. En Costa Rica, tuvieron que pasar 51 años para que la Unión Costarricense de Cámaras y Asociaciones del Sector Empresarial Privado (UCCAEP) tuviera una mujer en la presidencia. Esto refleja la necesidad de seguir trabajando por una mayor inclusión en los espacios de toma de decisión.
Administrar realidades implica muchas veces hacernos a un lado cuando es necesario, porque nos interesa más el objetivo que el protagonismo. A diferencia del ego que puede guiar algunas formas de liderazgo, las mujeres trabajamos con lo que hay para mejorar las condiciones existentes. No estamos dispuestas a destruir, sino a construir con las herramientas que tenemos a nuestro alcance.
El liderazgo femenino inspira a las personas y las motiva a tomar decisiones. En momentos de cambio como los que atraviesan Costa Rica y otros países de Latinoamérica, el sector empresarial debe mantener su visión solidaria, y en este sentido, las mujeres aportamos un valioso papel en la articulación de esfuerzos y en la generación de soluciones sostenibles.
¿Qué diferencia hace una mujer en el liderazgo de una organización empresarial gremial? La respuesta está en la capacidad de integrar diversas perspectivas, en la habilidad de liderar desde la empatía y en la convicción de que el poder solo tiene sentido si se utiliza para el bienestar colectivo.
Las mujeres somos cuidadoras y no debemos sentirnos mal por ello. Nos preocupa nuestra comunidad, nuestras familias y nuestro entorno. Y es precisamente esta preocupación la que nos lleva a liderar con un propósito claro: construir una sociedad más equitativa, participativa y próspera para todas las personas.
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