Los demás existen, son personas
No podemos vivir de espaldas a los demás, nuestros hermanos. Alguien dice de espaldas a la muchedumbre; porque todos nos importan. Pensemos que algunos nos están esperando, porque todos nos necesitamos. A su vez, a todos nos espera el mismo final, distinta suerte e igual cielo. Así es la vida.
Quiérase o no, todos recorremos el mismo camino. Lo importante es perseverar, no sentirse varado, sin fuerzas. Dejemos de pensar solo en nosotros mismos. Hay mucha gente a nuestro lado, que espera al menos una mirada afectuosa, un mirarse frente a frente, sin ceño fruncido ni insinuaciones. Ojalá aprendiéramos a mirarnos a los ojos: ahí mismo nacería una nueva convivencia, más humana, segura y expansiva. Además, el poder está en los ojos, de ellos sale una más nueva o mala mirada, una mutua aceptación o un rechazo.
Si nos fijamos en la vida, nadie vive solo. El mundo es un espejo donde se miran los hombres. Aquí no hay engaños ni mentiras. En ese espejo no caben ni se abren camino las posverdades, maléfico invento inglés de Oxford. O sea, del mundo moderno, tan lleno de tapujos y mentiras, a pesar de que todos los seres humanos son personas.
La tarea para la reversión es casi infinita, mas no imposible. Al respecto, me acuerdo de un hombre empeñado en convertir lo humano en divino. Llegar a lo humano ya es mucho, lo ideal es juntar los dos términos, y esto tampoco es imposible: hay muchos que logran este intento. ¿Cuándo, mañana? No: día a día, en los afanes de la vida diaria; no hay otro tiempo, es este de ahora.
No vivamos de ilusiones: se hacen las cosas o no se hacen; es el tiempo de la existencia; se toma o se deja. El de ahora, tan confuso y herrumbrado, me hace recordar el puente ferroviario, largo y seguro, del río Tárcoles, casi abandonando y consumido por el herrumbre. ¿Cuánto le habría costado al país? Eso no importa, dirán algunos: el pasado es pasado. Pero se caerá. Entonces,sí, habrá críticas a repartir. ¿Aquí subyace el espíritu costarricense? Nadie lo sabe. Tal vez diga lo contrario la picaresca de las redes sociales. Mientras tanto, el puente se caerá y los hierros serán fundidos en cualquier chatarrera.
Pero volvamos al principio: quienes existen son los que se sienten personas, dada su alta dignidad de seres creados; por fortuna son mayoría. Tal vez las lluvias de mayo nos aclaren los llamados nublados del día y aprendamos a respetarnos unos a otros, como personas de alta dignidad, pues somos irrepetibles e insustituibles, no simples entes existenciales.
Lo importante no son las cosas, sino lo que llevamos dentro, ese tender puentes de plata, puntos de unión, diálogo y amor, tolerancia y paz. Tal tesoro de convivencia en el hogar y en la sociedad, solo se encuentra en la persona humana. Volvamos a ella.
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