Los nuevos retos de la humanidad en la segunda mitad del siglo XXI
Cuando el escritor británico Aldous Huxley escribió, cómo eran modificados los fetos antes del nacimiento, para ser adaptados de acuerdo a los roles que desempeñarían a lo largo de la vida, el lector de la segunda mitad del siglo XX, lo veía como ciencia ficción, como algo fuera de este mundo, imposible de alcanzar, ahora el lector de la segunda mitad de los primeros cincuenta años del siglo XXI lo ve distinto, la eugenesia, que fue lo que describió Huxley en el siglo XX, es real, está presente y seguirá.
En un artículo de la revista inglesa, The Economist, se habló de los principales retos que como humanidad tendremos para los años venideros. Estamos disparándonos en el pie con la creación de la inteligencia artificial y, tal y como, lo hemos venido diciendo algunos tratadistas sobre el tema; el periódico inglés nos da la razón, si hay inteligencia artificial, ¿Cómo podremos definir lo que es un ser humano? Esto trae diferentes consecuencias inimaginables. ¿Se imagina usted, estimado radioescucha, que un robot vaya a competir contra usted en su disciplina o que haya una especie de derechos humanos para las máquinas?
Luego está el tema del internet de las cosas, estamos automatizando todo, ya no somos la casa del mañana, como aparecía en una caricatura de la Metro Goldwin Mayer de hace unos cincuenta años, sino que somos la casa del hoy. Es más, la famosa casa del mañana está obsoleta, en comparación con lo que vemos hoy en día, poco a poco, inclusive los países más pobres se cibernitizarán y estaremos ante un dilema: ¿qué haremos con tanto tiempo libre porque las máquinas lo harán todo por nosotros?
Sin embargo, hay algo más preocupante aún que ni siquiera en los países más desarrollados se ha comenzado a regular: la aplicación de los pensamientos del cerebro a las máquinas. The Economist lo mencionó claramente: Con solo el pensamiento, podemos mover máquinas para que hagan cosas que nosotros queremos, como el caso del hombre que perdió un brazo pero que le implantaron unos aparatos en el cerebro y con el pensamiento puede mover el brazo robótico que le sirve de prótesis. Aquí el dilema se plantea: ¿Será que ya nuestro cerebro y nuestra mente perderán la privacidad? ¿Qué ocurrirá con el tema del hackeo de cerebros y la conexión de la mente humana a la internet?
Son muchas las preguntas y pocas las respuestas, pero como bien dijo Morris en 1967, hemos sobrevivido como seres humanos. porque nos hacemos preguntas, las respondemos, y sobre esas respuestas nos volvemos a hacer nuevas preguntas. No todo es tan malo como parece, es cuestión de ser más humanos y menos máquinas.
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