No basta saber español, hay que saber aplicarlo
Una de las características más importantes de la socialización entre los humanos para expresar sus pensamientos y sentimientos es el lenguaje, ya sea escrito u oral, por eso resulta preocupante ver cómo muchas personas hacen uso del idioma al antojo, al violentar las normas correctas de redacción y gramática, o evidenciar una gran carencia en cuanto a ortografía y vocabulario. Y ni qué decir del poco interés por la lectura.
De ahí que resulte un tema de interés nacional los resultados arrojados por el VII Informe del Estado de la Educación en cuanto se evidencia que las competencias lingüísticas de muchos estudiantes son deficientes y, además, que el programa de enseñanza del castellano aún encuentra obstáculos significativos entre los educadores.
Lo más delicado es que el no aplicar el idioma, adecuadamente, dificulta su aprendizaje en todas las áreas, pues la correcta utilización del lenguaje no es específica de una asignatura. En especial si se trata de un contexto formal ya que cualquier profesional, en algún momento, tendrá que trasmitir sus conocimientos ya sea de forma oral o escrita; por lo tanto, se esperaría que si pasó por un recinto académico tenga, al menos, un conocimiento elemental de su propio idioma.
Se quiera o no, ante esta actual época de conocimiento y competencia, nuestra sociedad está juzgando el buen uso del lenguaje, de ahí que un examen, un empleo, un ascenso o la aceptación social…, podrían perderse, perfectamente, por un error de expresión, ortografía o de comprensión. ¿Queremos nosotros arriesgarnos a que se nos cierren las puertas, precisamente, por el uso indebido de nuestro propio idioma?
¡Recordémoslo!, no basta saber español, también hay que saberlo aplicar correctamente, ya que escribir y hablar adecuadamente, dentro de un contexto formal, no es una condición de moda, ni de intelectuales o escritores, es una obligación que cada uno debe asumir como propia, especialmente en un mundo donde, muchas veces, los formadores sociales como las películas o la televisión, son los que fomentan el detrimento de nuestro propio idioma.
Por ello, no es posible, definitivamente, dentro de este mundo de tanta competencia, seguir formando estudiantes sumidos en la ignorancia, pereza, apatía o mediocridad con respecto a nuestro idioma; debemos fomentar personas con un fuerte compromiso de constancia y preparación por utilizar el español de manera clara, precisa, coherente, adecuada y efectiva. Amantes de la lectura; amantes del buen escribir y del buen decir.
Porque, al final de cuentas, para qué jactarse tanto de ser un país que posee un alto índice de alfabetismo o de dominar otras lenguas, cuando, ni siquiera, sabemos hablar o escribir, correctamente, nuestro idioma… ¡Irónico!, ¿verdad?…
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