No evitar el sufrimiento
La autora Marian Rojas Estapé, en su libro, “Cómo hacer que te pasen cosas buenas”, explica que si negamos o bloqueamos constantemente el sufrimiento, nuestra mente pierde la capacidad de saber afrontarlo y superarlo.
No significa necesariamente quedarse en relaciones o lugares tóxicos, para seguir peleando o defendiendose de cada batalla del día.
Esto suelen hacerlo personas con dificultades para enfrentar emociones negativas y sobre todo no saben cómo actuar frente a los problemas. Anulando dichas emociones de forma automática e inconsciente.
Eso implica un riesgo, porque la evitación constante del sufrimiento y lo negativo lleva a perderse una gran parte de la evolución de la vida, especialmente desconectarse también del sufrimiento de los demás, dificultando así, el poder ayudar.
Por otro lado, es un grave error intentar siempre desear una felicidad excesiva, o un estado de alegría y placer utópicos y constantes. Es inmadurez, una fantasía infantil de eterna sensación de bienestar o hedonismo.
Estar mal también es parte de la vida y se debe asumir como tal, con fuerza, voluntad y ganas de salir de ese trance con inteligencia. Ver las situaciones con realismo, asumiéndolas y trabajando para resolverlas.
De no hacerse lo anterior, sobrevien la frustración y el agobio contínuo, con los asuntos cotidianos necesarios en el diario vivir. Cabe entonces preguntárse ¿Es la felicidad la gran aspiración de una persona? Esto parece; pero la felicidad tiene un componene instanténeo de placer, ya sea con la comida, una reunión de amigos, comprar algo, o viajar. Esto es felicidad-placentera.
Contrariamente existe la felicidad estructural de equilibrio y balance, en la que se desea felicidad con las relaciones de pareja, familia, salud y trabajo, pero de una manera equilibrada.
Asumiendo el sufrimiento dentro de nuestro repertorio de emociones, ya que todas se valen, y son provechosas. La energía no se desperdicia a nivel emocional. Con voluntad y perseverancia se logra bienestar.
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