No hay nada más olvidadizo que la memoria colectiva de nuestro pueblo
Muchos nos acordamos de los escándalos por corrupción que hubo en el pasado, pero pocos nos acordamos de cómo se resolvieron.
Recuerdo, por ejemplo, el caso ICE-Alcatel. Hubo condenas, hubo procedimientos espurios de la fiscalía para obtener «la prueba«, hubo apelaciones, hubo nuevos juicios… de todo hubo. Y el escándalo fue gigantesco. Uno de los más grandes de los últimos tiempos.
¡Y todos clamábamos para los sospechosos condena y cárcel… y de inmediato!
Pero probablemente nadie se acuerda de que ALCATEL fue condenada por actos de corrupción en Estados Unidos, que aceptó que hubo intención y acción de corrupción en Costa Rica y que, por ello, indemnizó al ICE por este caso, pagando 20 millones de dólares, 10 millones en el 2008 y los otros10 millones en el 2015.
¿Qué quedó en la memoria colectiva? Que unos pocos políticos poderosos se alzaron con unos… ¡60 millones de dólares!
No hay tierra más fértil para un pega banderas, para un populista y hasta para políticos de alcurnia y nieve, que ese olvidadizo imaginario popular. Hay que alimentar el morbo, jamás educarlo. Después de todo, así también se obtienen votos… y bastantes.
Hay que incentivar y potenciar el sinsabor y el repudio que se genera en el imaginario popular, hay que alimentar esa sed de venganza y abonar esa aguda destemplanza y convicción de que en este país «nadie poderoso», igual va a la cárcel.
La fórmula es vociferar que todos los poderes de la República, y su institucionalidad, están podridos hasta la médula. Es fácil decirle al pueblo el pecado y a quien culpar por el mismo.
Lo difícil es hacerle entender al Soberano que procesar y juzgar este tipo de ilícitos, en Costa Rica, no se hace de un día para otro. Este tipo de casos, por su complejidad, llevan años. Y esto da pie para que, en el imaginario popular, se quede el calor del escándalo pero nunca la necesidad de saber si «algo», aunque sea lo mínimo, se hizo para condenar a los culpables y obtener satisfacción en favor del país.
¿Hubo justicia? Ahí queda abierta la pregunta. Probablemente… no la suficiente.
¿Qué no todos han sido procesados por sus actos contra el Estado? Claro… muchos no lo han sido.
Hoy hay ilícitos tan grandes, y quizás mucho más grandes, que aquellos que hicieron época a finales del siglo pasado y principio de este. Ahí tenemos el de Caja-Fischel, ICE-Alcatel, Cementazo, SORESCO y es más, el famoso caso de La Trocha, un bebé de pecho en comparación con otros.
En realidad, no hay nada más olvidadizo que la memoria colectiva de nuestro pueblo que, a pasos agigantados, ha perdido su sed de justicia, educación cívica e histórica.
Y tal ciscunstancia es siempre campo abonado para que aparezcan mesías, demagogos y populistas que convencen a parte del pueblo de que ellos son la solución.
La historia, indefectiblemente, ha demostrado lo contrario.
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