¿Nuestra vida vale 1.000 colones?
El precio del licor adulterado que tomaron los ya 26 fallecidos por intoxicación, no supera los 1.000 colones. Cualquiera de las seis marcas de este producto se puede encontrar hasta en promoción en establecimientos populares de las comunidades del país. 1.000 colones fue el costo de pasar por dolores abdominales, trastornos en el estado de la consciencia y fallas en órganos como cerebro, riñón e hígado, hasta llegar a la muerte.
Lamentablemente, la emergencia nacional se pudo prevenir. Identificar cada uno de los lotes de licor alterado que circulan actualmente por el mercado costarricense es posible, gracias a estándares logísticos y tecnológicos de aplicación global.
Muchos son los años en los que hemos venido presentando a instituciones como el Ministerio de Salud y de Hacienda, una herramienta para combatir el comercio ilícito (nombre real de la emergencia que está atravesando el país).
Se trata del esquema de trazabilidad que primero crea una base de datos que se alimenta de información de cada producto como identificación, número de lote, fecha de vencimiento y número serial, suministrada por fabricantes, exportadores, mayoristas, distribuidores y el comercio detallista.
Esta captura de información del producto se realiza, a través de un código de barras, utilizando un teléfono inteligente por medio de una aplicación móvil, que permite que en caso de anomalías, se pueda rastrear cada producto y tomar las medidas respectivas para mitigar el impacto negativo que un mal manejo puede provocar.
Este tipo de soluciones han sido de gran éxito en países de la Unión Europea y Asia. Se puede implementar en todos los sectores económicos del país y por lo tanto a cualquier tipo de producto. Es decir, puede evitar nuevas crisis relacionados con productos como medicamentos, como la alerta que enfrentamos actualmente por un caso de falsificación de un producto farmacéutico inyectable.
Una vez más y a través de esta plataforma pública, tocamos las puertas de los despachos de nuestras autoridades, pues queremos trabajar en conjunto para detener esta epidemia. Sabemos que el país atraviesa por otras situaciones fuertes que requieren de mucho esfuerzo, pero las consecuencias de lo que tantas veces advertimos, ya están causando duelo en familias costarricenses.
El comercio ilícito no debe cobrar más vidas, es hora de que emprendamos la batalla de una vez por todas, porque tenemos muchas posibilidades de ganar.
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