Otrora la juventud obedecía, hoy se negocia para que cumplan sus obligaciones

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Otrora la juventud obedecía, hoy se negocia para que cumplan sus obligaciones
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Los tatarabuelos y abuelos enseñaron a sus hijos valores como la obediencia, el respeto y la honestidad, como el significado invaluable al comprometer la palabra en una promesa, en un negocio u otro acuerdo con los semejantes, al punto de que tenía tanto valor la palabra, un pelo del bigote o la firma ante un abogado.

En el pasado existían aspectos no negociables para la juventud, donde el cumplimiento jamás podían ser negociables, como levantarse temprano, acudir a la mesa familiar a sus horas, compartir las tareas del hogar, colaborar en algunos casos con el trabajo y, por supuesto cumplir con el estudio.

Otros valores inculcados a los jóvenes eran el cumplimiento de la palabra empeñada, el respeto a Dios, al prójimo, a la vida, el respeto a la propiedad privada, a las personas mayores, a la naturaleza, respeto a los educadores y sobre todo actuar con honestidad, solidaridad y caridad al prójimo.

Esos valores fueron la piedra angular de los cimientos de una sociedad costarricense civilizada, democrática y progresista, donde la seguridad ciudadana, las oportunidades y la paz, caminaron de la mano, siendo un ejemplo de sociedad, para el mundo entero.      

Aquella sociedad digna de admiración, elogios y respeto, a nivel mundial, vergonzosamente, se nos desmorona por la corrupción en casi todos los ámbitos, el incumplimiento de las promesas de algunos políticos, que más que promesas son   mentiras y la desidia de un pueblo indolente e indiferente abruma.

Si la obligación de un padre de familia es predicar con el ejemplo, así mismo es obligación de algunos padres de la Patria predicar con el ejemplo, siendo honestos, justos y trabajar por el bien de todos pero en especial de las clases más necesitadas, no por los intereses mezquinos de algunos sectores, sin importarles la crisis nacional.

Hoy lamentablemente al educador no se respeta, se demanda, a los hijos no se les enseña valores, se negocia para no afectarlos psicológicamente, las leyes permisivas colmadas de portillos para evadirlas, benefician a delincuentes y corruptos, este es el legado de muchas administraciones.

Hoy lo relativo, lo obsoleto de los valores según el modernismo, el trabajo incesante por hacer desaparecer a Dios de la vida nacional, el irrespeto a la vida humana por delincuentes, el aborto por la libre como derecho de decidir sobre el cuerpo, aunque se despoje al del hombre del derecho a ser padre.

Ese convulso acontecer es el cóctel perfecto para una sociedad en decadencia, si no se retoman las responsabilidades y verdaderos valores, es posible que la sociedad costarricense llegue a un punto de no retorno.             

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