Pagamos vacaciones a educadores
¿Dónde están los educadores manifestándose por la huelga -que dicho sea de paso ya lleva más de 70 días-? ¿Los han visto recientemente en la calle, protestando por sus derechos, verdad que no?
La realidad es que ya ningún educador protesta. La verdad es que los docentes están en vacaciones desde hace meses. Lo cierto es que algunos hasta aprovecharon para salir fuera del país, en medio del llamado a huelga. Lo cuestionable es que los costarricenses estamos pagando esas vacaciones, cuando lo justo sería que los docentes estuviesen al lado de sus alumnos, terminando el curso lectivo y dándoles las notas finales.
Como sector productivo y desde la Unión Costarricense de Cámaras y Asociaciones del Sector Empresarial Privado, UCCAEP), hemos solicitado respetuosamente al ministro de Educación, don Edgar Mora, que proceda con la anulación del curso lectivo, pues los estudiantes no lograron cumplir con los requisitos y las capacidades necesarias del ciclo educativo y la falta de preparación será visible con el paso de los años.
Evidentemente, se deben sentar las responsabilidades sobre los educadores mediocres, quienes prefirieron seguir de vacaciones, en vez de regresar a las aulas.
Hoy más que nunca, reconocemos el don de vocación y la ética profesional de los maestros y profesores que no se unieron a la huelga y les agradecemos su ejemplo de civismo y así debemos hacerlo con los demás funcionarios que se mantuvieron en sus puestos de trabajo.
Pero también debemos pedir cuentas a los que se unieron a una huelga altamente cuestionable, pues nos queda claro que esos docentes prefieren defender sus privilegios, gollerías y abusos salariales, que resolver los problemas de la educación del país, motor indiscutible para el desarrollo económico de Costa Rica. Siendo que ya se tienen más de setenta días sin que muchos estudiantes reciban clases, lo más conveniente es ser honesto con ellos y decirles de una vez, que no tienen los requisitos para aprobar el curso y que deberán iniciar de nuevo, cuando sus profesores así lo decidan.
Estamos conscientes de que la anulación de un ciclo lectivo conlleva un sinnúmero de consecuencias para las familias y para el Ministerio de Educación, pero de no hacerlo así, estaremos perjudicando de por vida a una generación de estudiantes y emulando lo que ocurrió en los años 80, con la llamada generación perdida. Como país no podemos permitir que nuestros estudiantes salgan mal preparados, no podemos permitir que engrosen los números de desempleo, y que junto a sus familias lleguen a calificar en los niveles de pobreza.
Y tampoco podemos permitir que los educadores, quienes hoy provocan este caos en el sistema educativo, se queden sin asumir las consecuencias. Si esto ocurre, la historia los recordará por ser los peores docentes de la historia de Costa Rica.
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