¡Paz, amor, reconciliación!
Ya está cerca la Navidad, período de armonía y de reflexión del hombre sobre la salvación de su alma, sobre su vida terrena, sobre su futuro. Es un período de meditación y de reunión familiar. No es asunto de regalos ni licores, de fiestas ni de ruido, es momento de sincera reconciliación con nosotros mismos y con nuestra comunidad. Es momento de perdonar y de amar al prójimo como Dios nos ha amado. Es un momento en el que se centra el ser humano en su familia y en los valores más trascedentes. El nacimiento de Jesucristo en Belén, en pobreza, acunado en un pesebre, entre vacas y ovejas, entre pastores y personas de lo más sencillo y humilde nos da la tónica del centro sobre familia y ausencia de pretensiones y oropeles materiales. Nacimiento, nueva vida, amor, padre y madre, un niño, una humanidad.
Vivimos por el período electoral momentos de crispación, de polarización, de temor y para algunos de furia. Se insulta al adversario, se descalifica a quien piensa diferentes de nosotros, se arremete contra la razón y se desconoce el intercambio civilizado entre personas interesadas en mejorar la comunidad. Esta Navidad con su mensaje de paz y de amor no puede en consecuencia ser más oportuno y más rico para todos nosotros.
El ser adversarios no nos convierte en enemigos. El sostener convicciones diferentes no nos hace ser más ni menos agresivos que en cualquier otro momento y es la paz y el amor, la razón y el argumento el que deben de prevalecer siempre.
El primer domingo de febrero elegiremos autoridades que nos gobernarán por un período de cuatro años. Recuperar el balance y mejorar nuestras perspectivas en la celebración de la Navidad nos puede hacer tomar una mejor decisión, más serenamente, más equilibradamente, con más justicia y menos fanatismo y furia.
Encontremos en nuestra personal Navidad, en nuestra familia, en nuestros hijos, en nuestros amores verdaderos y en su futuro nuestra última motivación para razonar, pensar, en serenidad y con fe y esperanza en el futuro preparar nuestra decisión para esa elección nacional tan trascendental que ya está sobre nosotros.
Leyendo los versos de Noche de Paz, una antigua canción austríaca de principios del siglo XIX, compuesta después de las terribles guerras napoleónicas, después del Año sin Verano, después del Año de la Pobreza, me convenzo más que la paz y el amor, el acuerdo y la comprensión, la tolerancia y la esperanza en el futuro deben de llenar nuestros corazones, para ayudarnos a deponer furias y agresividad y construir entre todos un mundo futuro mejor para Costa Rica.
Los comentarios están cerrados.