Personas centenarias
Aunque parezca lógico la ciencia ha determinado que las personas que viven 100 años o más son excepcionalmente sanos.
Esta es una condición que se desarrolla a lo largo de su vida, durante la cual casi nunca se enferman, y si lo hacen se recuperan rápidamente.
Los hijos de los centenarios también son mucho más saludables que el promedio, lo que indica que están heredando algo beneficioso de sus padres. Pero, ¿es esto genético o relativo al entorno?
Entre la población en general, vigilar su peso, no fumar, beber moderadamente y comer al menos cinco porciones de frutas y verduras al día puede aumentar la esperanza de vida hasta en 14 años en comparación con alguien que no hace ninguna de estas cosas. Pero en el caso de los centenarios, parece que los estilos de vida saludables no son tan determinantes.
Un estudio encontró que cerca del 60% de los judíos con más de 100 años han fumado mucho la mayor parte de sus vidas, la mitad vive con sobrepeso durante el mismo período de tiempo, menos de la mitad hace ejercicio frecuentemente y menos del 3% es vegetariano.
Sin embargo, en comparación con sus pares que consumen el mismo tipo de alimentos y cuentan con el mismo nivel de riqueza y peso corporal, los centenarios tienen la mitad de la tasa de prevalencia de enfermedades cardiovasculares.
¿Podría deberse a una genética especial? Si es así, hay dos formas en las que podría funcionar.
Los centenarios podrían portar variantes genéticas inusuales que prolongan la vida o, en cambio, pueden carecer de otras más comunes que causan enfermedades y trastornos en la vejez.
Varios estudios, han demostrado que los centenarios tienen tantas variantes genéticas malas como la población en general. Algunos incluso portan dos copias del gen de riesgo común más grande que se conoce en torno a la enfermedad de Alzheimer, pero aun así no contraen la enfermedad.
Entonces, una hipótesis más cercana a la realidad es que los centenarios tienen variaciones genéticas beneficiosas y raras en lugar de carecer las que causan desventajas.
Y esta parece ser la clave: Más del 60% de los centenarios tienen cambios genéticos que alteran los genes que regulan el crecimiento en la vida temprana.
Esto implica que estas personas son ejemplos humanos de un tipo de extensión de la vida observada en otras especies.
La mayoría de la gente sabe que los perros pequeños tienden a vivir más que los grandes, pero pocos creen que se trata de un fenómeno generalizado en todo el reino animal. Los ponis pueden vivir más que los caballos y muchos ratones de laboratorio con mutaciones enanas viven más que sus pares más grandes.
Una posible causa de esto son los niveles reducidos de una hormona del crecimiento llamada IGF-1, ( i ge efe guión uno) aunque los humanos centenarios no son necesariamente más bajos que el resto de nosotros.
Obviamente, la hormona del crecimiento es necesaria en una etapa temprana de la vida, pero cada vez hay más evidencia de que los niveles altos de IGF-1 en una edad adulta o en la vejez se asocian con un aumento de enfermedades durante la tercera edad.
En estos momentos los científicos intentan demostrar que esta hipótesis es correcta, lo que implicaría que en un futuro cercano los humanos podríamos aumentar nuestra expectativa de vida y que la misma sea inclusive, más sana que ahora.
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