Pongamos nuestros ojos en los agricultores
Cada 15 de mayo el orgullo embarga nuestros corazones, nos alegramos y entusiasmamos con la celebración del “Día del Agrícultor Nacional” y no es para menos, el país entero reconoce y valora de manera especial lo que representa esta figura, que está inmersa dentro del ADN de nuestra cultura y es parte fundamental de la economía costarricense.
Pero a pesar de ese reconocimiento y ese valor que damos a nuestros agricultores, hemos sido incapaces de traducirlo en acciones e iniciativas, que se conviertan en un verdadero estímulo para la actividad, que permita darles la estabilidad y oportunidades de desarrollo que se les da a otros sectores iguales, e incluso, menos importantes que la agricultura y la agroindustria nacional.
La Cámara Nacional de Agricultura y Agroindustria se permite recordarles algunas de la deudas que el país y los distintos gobiernos, a través de los años, mantienen con este sector que genera más de 500.000 empleos de manera directa e indirecta y que representa casi un 12% del empleo nacional, la gran mayoría en las zonas rurales del país, donde paralelamente se encuentran los mayores niveles de pobreza.
Entre estos obtáculos, podemos citar los altos costos en los combustibles -Costa Rica es el país con los precios más altos en la región-, así como el de electricidad, la falta de canales de riego, de infraestructura en cuanto a caminos vecinales, puertos y aeropuestos, las altas cargas sociales y pago de salarios mínimos, que nos ubican como uno de los más altos de América Latina, lo cual con gran esfuerzo y compromiso pagamos, pero que nos resta competitividad. Ni que decir de las trabas y limitaciones que sufren nuestros agricultores para acceder a financiamiento.
Otro aspecto fundamental para el sector es la urgente necesidad de que el Gobierno haga una adecuada administración e implementación de los Tratados Comerciales que han sido firmados -actualmente hay 14 vigentes-, para que se logre un verdadero acceso de nuestros productos a esos mercados y en las condiciones negociadas, así como, que se regule adecuadamente el ingreso de los productos agrícolas al país.
De nuestra parte estamos listos con tecnología y los productos de calidad que el mercado nos demanda, renovamos el compromiso de una agrícultura amigable con el ambiente y confiamos que el Gobierno y el país también cumplan con su tarea.