Por la vía de la esperanza

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Por la vía de la esperanza
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Ciertamente en estos días nuestra sociedad se ha visto desgarrada por hechos que han puesto muy en claro nuestra condición finita en este mundo y que, en bastantes casos, han hecho que las personas pierdan, de alguna manera, aquellas actitudes superiores necesarias para nuestro sano crecimiento individual y colectivo como la prudencia, el raciocinio, la responsabilidad, la tolerancia y la fe.

Dada estas dificultades sociales, mentales, espirituales y hasta económicas, sería lógico pensar que el desánimo, la ofuscación, la ansiedad, el pesimismo y el miedo podrían aflorar en el sentir y actuar individual y social. No obstante, ante esta situación, claramente se nos podrían presentar dos caminos: o transitamos por la vía de la desesperanza y el pánico; o recorremos, de forma activa, un trecho de fortalecida entereza, esperanza y un positivo compromiso de responsabilidad.

Deseo creer que todos somos conscientes de que es, evidentemente, el camino de la entereza, la esperanza, la confianza, la fortaleza y la seguridad individual y social, el más acertado para evitar que estos tiempos de crisis sigan flagelando nuestra salud física, mental y espiritual. Requerimos una sociedad que respire paz, sensatez, que respire solidaridad, que respire la conciencia y el compromiso de cuidarnos unos a otros.

Basta de generar temor, hoy se trata de proponer soluciones, de tomar medidas sanas, de actuar en positivo, de despertar aires de paz, tranquilidad y fe. Se trata de forjar, de manera solidaria, una sociedad unida, activa, comprometida y pensante, en donde todos los costarricenses, con entereza y confianza, actuemos de la manera más positiva por este país.

Porque mientras abriguemos la fe en que nuestra sociedad es aún capaz de emanar solidaridad y paz y cultivemos la esperanza en que los costarricenses seremos asiduos vigilantes del bien común, estaremos alimentando la conquista de un mañana más luminoso.

En nuestras manos está, entonces, el actuar con entereza, el apostar a la esperanza, el desligarnos de pánicos y desatinos, para procurar que cuando salgamos de esta crisis, salgamos siendo mejores humanos…, más respetuosos de nuestra naturaleza, más espirituales, más comprometidos con nuestra responsabilidad social, más llenos de paz y más agradecidos con aquello que se nos ha regalado, pero que muchas veces hemos ignorado.  

La responsabilidad, como siempre, se encuentra en nuestras manos. Depende de nosotros; de nuestro compromiso, de nuestra unión, de nuestra confianza y esfuerzo; del actuar positivamente, que esta crisis nos eleve, nos haga evolucionar, nos haga mejorar, nos haga comprender la lección de que, en la vida, lo más sano es transitar por caminos de mayor solidaridad, fe y amor al prójimo.

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