Proteger y protegernos emocionalmente
Aunque algunos consideren que, en este mundo característicamente convulsionado, en especial en este particular tiempo de pandemia, es imposible alejarse de todo tipo de apatía e inhumanidad, lo cierto es que si deseamos poner en vigencia un mundo de paz, empatía y solidaridad, perfectamente podemos lograrlo.
Esto se logra con compromiso, responsabilidad, fe y fortaleza; con mucho respeto, por los demás y, especialmente, por nosotros mismos. Se trata de pensar positivamente; de no dejarse seducir por el pesimismo, el miedo o las ofuscaciones; es apostar por crear una cultura emocional cargada de esperanza y generosidad.
Suficientes ejemplos para emular tenemos en la historia de la humanidad de grandes mujeres y grandes hombres quienes en vez de sumergirse en la desesperación, el egoísmo o la derrota, enfrentaron las crisis con bondad y pensamiento crítico; ejemplo de esos héroes y heroínas de la paz tenemos a Jesús, quien, a pesar de ser perseguido, lo brindó todo en aras de sus semejantes; Santa Teresa de Calcuta, quien vivió por los más necesitados con un amor inconmensurable; Martin Luther King, luchador incondicional contra esa incesante pandemia de la discriminación; Ghandi, con su emblemática lucha por los derechos humanos sin utilizar la violencia o Rigoberta Menchú, incansable luchadora de la paz en los pueblos indígenas.
Muchos los escucharon; siguieron sus filosofías de paz; creyeron en sus propósitos de vida y hoy muchos siguen emulando esas acciones a favor de un mundo más pacífico, solidario, positivo; en fin, más humanista. Esto confirma que la humanidad tiene la capacidad y responsabilidad de transformar la amenaza en desafío; el temor en valentía; el desánimo en esperanza; el egoísmo en amor y la irresponsabilidad en compromiso. Por eso hoy, en esta singular época en que se requiere más que nunca nuestra unión, nos compete a nosotros, con nuestras pequeñas o grandes acciones, seguir construyendo una sociedad en donde la indiferencia, el miedo, la inseguridad o la apatía queden de lado.
Definitivamente esta pandemia puede ser enfrentada por personas quienes aprendan nuevas actitudes y positivos comportamientos para que actúen con un férreo sentido del deber y un contundente espíritu de solidaridad, tolerancia, colaboración y armonía. Llegó la hora de ponerle un alto al hecho, absolutamente inhumano, de no poder vivir con tranquilidad por la irresponsabilidad de algunos, la falta de amor al prójimo o el nefasto comportamiento del rechazo y la indiferencia.
Por eso confiemos en que, cada uno de nosotros, con absoluto compromiso, hagamos patente este humanista propósito de impregnar de dignidad, solidaridad, responsabilidad, cooperación, esperanza y paz a nuestro país; esta puede ser una excelente manera de proteger emocionalmente a los demás, a nuestra familia y protegernos nosotros mismos.
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