¿Qué se perdió en Costa Rica?

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¿Qué se perdió en Costa Rica?
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Pregunta profunda y preocupante, para una respuesta enmarañada de forma lamentable no pocas veces en la corrupción, desidia y hasta cierto punto en la indiferencia y hasta desinterés de algunos de quienes el pueblo eligió en las urnas para gobernar, legislar y llevar a puerto seguro la buena imagen, bienestar y destino de nuestra querida Patria.

Pareciera que el costarricense perdió, con justa razón, la credibilidad en algunos políticos, por la vieja práctica de la demagogia, esa que ya solo no cautiva al ciudadano, sino que más bien lo desalienta para asistir a las urnas electorales. La justicia social se desvanece por la desigualdad, la pésima y desactualizada educación lamentablemente condena a las futuras generaciones a la pobreza, al desempleo y por ende sin oportunidad alguna a mayores niveles de bienestar.

El costarricense desconfía con justa razón, de la efectividad del aparato burocrático, manifiestamente entrabado, ineficiente, hipertrofiado, con lo que se facilita la corrupción; aunado a leyes fraguadas desde tiempos pasados, las cuales se prestan a múltiples interpretaciones, por donde con facilidad se escurre la corrupción y la impunidad.

Algunas leyes pareciera que protegen los intereses creados de algunos grupúsculos poderosos; legislaciones que la ciudadanía prácticamente interpreta como generadoras de redes de cuido que, por supuesto no contemplan a las clases más vulnerables y necesitadas, ni siquiera a la clase media que; dicho sea de paso, día a día desaparece, polarizando aún más la sociedad costarricense.

Pareciera casi sin temor a equivocación, que desde hace décadas, un alarmante grupo de políticos perdió de vista el norte de sus funciones y responsabilidades, las cuales son gobernar para el bienestar del pueblo, jamás hacerlo en beneficio de algunos grupos ligados al poder económico y político; al tiempo que las clases vulnerables y necesitadas pierden la esperanza de un futuro mejor; así como, una clase media que también se hunde en la desesperanza, frustración y cólera al caer en menores niveles de bienestar.

Algunos medios de comunicación señalan que Costa Rica es uno de los países más caros del mundo, uno de componentes de esta realidad, es la tasa tributaria consolidada, una de las más alta del mundo, un  58,3 sobre la utilidades comerciales. También nos informan que Costa Rica es una de las principales plataformas para el trasiego de drogas hacia Europa.

Lamentablemente hay que reconocer que, en Costa Rica, muchos rubros deben ser pronta y diligentemente atendidos, como son la ineficiencia e ineficacia operativa presente en la administración pública, los altos precios de diferentes productos, muchos por la libre, ante el indefenso consumidor; así como, el tema de la seguridad ciudadana, ya que prácticamente nuestras carreteras y ciudades se han convertido en campos de batalla entre grupos dedicados al narcotráfico; así como el alto endeudamiento para cubrir gasto corriente.

Todo lo anterior ha creado una gran frustración, enojo y rechazo en una parte importante de la ciudadanía hacia las acciones de las diferentes autoridades públicas, la clase política y peligrosamente genera desconfianza hacia la efectividad de nuestro sistema democrático.

Que sirva este comentario como una muy respetuosa llamada de atención a las distintas autoridades y a la ciudadanía en general para ser todos parte integral y conjunta de la solución a los distintos problemas que enfrentamos como sociedad, como nación.

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