Recuerdos falsos
En algún problema le contamos sobre el Efecto Mandela, el cual consiste en una especie de enredo mental en que nuestro cerebro pretende recordar algo que en realidad nunca sucedió.
Casi todo el mundo ha experimentado un recuerdo falso, por ejemplo, el jurar que puso las llaves del carro en una mesa y luego darse cuenta que estaban dentro de una gaveta.
Para los especialistas esta situación es completamente normal y están relacionados con lo que llaman “la memoria autobiográfica”.
Según la ciencia cuando tratamos de recordar un suceso externo, por ejemplo, los atentados del 11 de setiembre en los Estados Unidos, el cerebro no tiene que hacer mucho esfuerzo, porque es una especie de archivo que se tiene a mano y que por decirlo de alguna forma es externo a nuestra vida personal.
Pero cuando se trata de recordar cosas más nuestras, como el ejemplo de las llaves, el cerebro tiene que hacer mayor trabajo, buscando y haciendo conexiones con sentimientos que se generaron en ese momento específico.
Vamos explicando de forma más sencilla: una cosa es acordarse de una noticia y otra tener un recuerdo propio, en este segundo caso el cerebro tiene que trabajar mucho más.
Y es ahí precisamente que el cerebro nos puede jugar una mala pasada, puede generar un recuerdo falso a partir de toda la presión a la que está sometido en ese momento.
Incluso, recordemos que no necesariamente como recordamos las cosas fue como realmente sucedieron, hay una buena dosis de subjetividad en nuestros recuerdos, así que desde ahí ya vemos que no necesariamente en nuestra cabeza registramos una copia fiel de nuestras vivencias y experiencias.
Y como indicamos, esto es normal, es más, está relacionado con el pensamiento creativo, la imaginación y la resolución de problemas.
Ahora bien, no todo es color de rosa, esta particularidad de crear recuerdos puede ser usada por alguien para implantar ideas y hacernos creer que son nuestras, algo de lo que la hablaremos en una próxima cápsula.
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